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Análisis de Arkadya, la distopía del futuro que necesitas leer

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Arkadya es una mezcla de 1984 y Los juegos del hambre: una novela distópica que sin duda te encantará.

Argumento de Arkadya: 

El Planeta Tierra ha sucumbido por fin a las malas prácticas industriales y al desastre ecológico y los seres humanos han tenido que cambiar por completo su forma de sobrevivir: los más afortunados y seleccionados directamente por el Directorio pasan sus días entre todos los lujos y las comodidades en el interior de ciudades protegidas por enormes cúpulas, pero la gran mayoría se ven obligados a subsistir en el exterior, protegiéndose del sol con pesados trajes y muriendo a miles por las plagas y el sol abrasador. 

Solo hay una esperanza para poder mejorar tu calidad de vida: pasar un examen de aptitud a los 110 meses y ser trasladado a una Escuela de Recursos, donde se forma a las jóvenes promesas para ser los científicos que hagan progresar las ciudades. 

Este es precisamente el caso de Jay Loghden, un joven que procede de una de las Zonas de Exclusión más peligrosas y que se las ha apañado para conseguir escalar hasta los primeros puestos dentro de su promoción en la Escuela de Recursos. Tiene frente a él la posibilidad de pasar a la historia como el mejor estudiante jamás adscrito y de llegar directamente a lo más alto del Directorio. Pero una persona se interpone en su camino al éxito: Zenda, una joven brillante cuyo amor está completamente prohibido. 

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Análisis de Arkadya 

Arkadya es una novela distópica quizás incorrectamente catalogada como novela juvenil: su trasfondo político es mucho más potente y complejo de lo que pueden llegar a estar acostumbrados los adolescentes. Desde un primer momento nos muestran la separación de una sociedad profundamente dividida entre los favorecidos y aquellos condenados a morir en las condiciones más inhumanas de este planeta destrozado. 

Arkadya no se pierde en divagaciones acerca de cómo se llegó a esa situación de vida absolutamente insostenible. No amplía sus 500 páginas hablándonos del desastre ecológico o creando una religión que culpabilice la codicia del hombre y su divino castigo como hacen otras distopías. En vez de hablarnos del pasado, se centra en el presente desde el punto de vista de dos jóvenes adolescentes que en un primer momento no albergan ni una mínima duda acerca del sistema que les educa y les protege pero que poco a poco se ven abocados a un desastre orquestado por adultos que subestiman su capacidad para provocar cambios en el mundo.

Y es que, como hemos dicho, Arkadya cuenta con un componente político mucho más potente de lo que parecería en un primer momento. El control de sus científicos por parte del Directorio o las preocupaciones del director de Jay Loghden sobre su permiso para volver a la Zona de Exclusión son solo dos ejemplos del continuo temor que tienen todos los adultos hacia la rebelión y el cambio político. Como en La lucha de las clases de Karl Marx, Arkadya nos muestra las terribles desigualdades en las que viven ambas clases sociales: los marginados y los poderosos, los ricos y aquellos condenados a pudrirse bajo el sol. Sin embargo, lejos de victimizar a los oprimidos y envilecer a los poderosos, hace algo todavía más inteligente y nos muestra el paisaje completo de ambos mundos, con sus pros y sus contras. 

Los de la Zona de Exclusión detestan a los habitantes de las ciudades por no hacerles partícipes de sus privilegios y por las condiciones económicas en las que los mantienen, pero no dudan en secuestrar a Jay o incluso atacarle solamente por no tener pelo en la cabeza. Están los que desean en secreto que sus hijos aprueben el examen para tener una vida mejor y los que callan por miedo a las represalias de los suyos.

Por otra parte, las ciudades ofrecen protección, seguridad y estabilidad a cambio de sacrificar a tu familia y tus emociones y de entregarle una lealtad completa al Directorio. Lealtad que, si se ve comprometida por cualquier gesto, hará que desaparezcas de la noche a la mañana. 

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No nos contaminamos unos a otros, ni se intercambian conversaciones sobre experimentos que pueden ser secretos. También es por seguridad. Solo los altos cargos conocen las investigaciones y trabajos de los demás y cruzan los datos en las reuniones mensuales. [...] Antiguamente se decía que había mares y océanos, y embarcaciones navegando por ellos. Quizás solo sean leyendas, pero suena bonito. Si uno de esos artilugios naufragaba, se hundía sin remisión. Una vía de agua y adiós. Por eso, al parecer, se construyeron compartimentos estancos. Una vía de agua inundaba solo uno, no el conjunto. Arkadya funciona igual. Cada CPT trabaja individualmente. Cada ciudad es un mundo en sí misma. 

Zenda y Jay se mueven entre ambos mundos y no saben muy bien a cuál apoyar. En el caso de Jay es todavía más evidente debido al tiempo que pasa en las ZE y a que intuye para qué van a usar sus artefactos voladores. Este prodigio de joven comprende activamente que la situación es injusta para su familia, pero se siente en conflicto debido a que se ha ganado, con esfuerzo duro y trabajo, su presencia en un mundo lleno de privilegios.

El setting político y el ambiente que se muestra en Arkadya nos recuerdan terriblemente a otras de las distopías del futuro más famosas, como 1984 de George Orwell o Un mundo feliz de Aldous Huxley. El control al que se ven sometidos los estudiantes, con continuos test médicos y la prohibición de confraternizar con personas del género opuesto, tienen un aroma al control de la sociedad que se hacía en la obra de George Orwell, donde una palabra o un simple pensamiento podían ocasionar tu final y donde Smith se juega el cuello solamente por amor. 

Por otro lado, en los diferentes CPT, especialmente el CPT 9 al que asignan a Zenda, queda de manifiesto la información sesgada, siempre feliz y siempre positiva que les hacen llegar a los trabajadores, hasta el punto de la Zona de Exclusión está completamente fuera de la agenda setting de ese mundo. 

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Algunas noches miraba el panel informativo, pero las imágenes que emitían eran casi siempre obsoletas, neutras y aburridamente vulgares. El tono era siempre el mismo, jovial, alegre, distendido, como si no vivieran en una comunidad dividida en diez ciudades, sino en un intenso parque de atracciones. Los niños eran ellos. Jamás una noticia triste. Jamás un suceso lamentable. Todo era positivo, eficaz, prueba irrefutable de los valores y el empuje de los arkadyanos. ¿La zona de exclusión? No existía. Nunca se hablaba de ella.Ninguna noticia hacía referencia a su situación o problemática. 

Arkadya es, por tanto, una novela a la que se le puede encontrar mucho más de lo que aparenta en un primer momento, constituyéndose como una forma magnífica de empezar a leer distopías del futuro. Su setting es rico y coherente y los personajes se comportan exactamente como cabría de esperar en ambos casos.  

Jay y Zenda, no solo motivados por ser los protagonistas, son los personajes mejor construidos de toda la novela y que guardan un trasfondo intrincado. Está claro que Jay es el héroe prototípico: guapo, atractivo, admirado por todos, inteligente, empático… un genio de nacimiento que destaca. Sin embargo, precisamente por su genialidad y por la suerte inquebrantable que parece acompañarle a todas partes, son más sorprendentes sus fracasos. Jay Loghden, el genio que consigue burlar al sistema durante unos meses, se da un auténtico bofetón contra la realidad en cuanto sus planes empiezan a fallar, sus experimentos explotan y la realidad del mundo exterior acaba por aplastarle. Otro dato realmente fascinante es el hecho de que Jay no decide actuar en beneficio de la revolución de Zyrko hasta que descubre que van a asesinar a su familia, demostrando en todo momento que no se trata de una persona altruista y generosa y manteniéndose coherente con la construcción del personaje del principio. 

Pero Zenda no ha tenido familia. Nunca ha tenido nadie a su lado que la quiera de forma incondicional y que le dé amor. En un sistema tan frío como el de la Escuela de Recursos o la vida en las propias ciudades, Zenda descubre en Jay el único vínculo de cariño que ha conocido, por lo que es comprensible lo devastada que se queda en cuanto sale de Escuela de Recursos. Lejos de presentarla como un simple accesorio o un complemento más a la genialidad del protagonista masculino, Zenda se nos muestra también como una joven brillante, y tanto su superior como Janos Valcox se ocupan de recordárnoslo a cada instante para que no perdamos en ningún momento el horizonte de sus capacidades. 

Culpables o no, Zenda y Jay son adolescentes y como tal se mueven arrastrados por las hormonas, una oleada de emociones y sobre todo la continua, silenciosa y terrible amenaza de ser tachados y eliminados por el Directorio si no entran en el Sistema de elección de parejas, obligándoles a tomar continuamente decisiones que van en contra de sus emociones y de sus propias motivaciones.  

No podríamos dejar de mencionar en este análisis a la increíble edición de Loqueleo Santillana. Existen pocos libros que hayan caído en nuestras manos y que tengan ese cuidado y ese mimo por cada página y cada detalle. Arkadya cuenta con suficientes márgenes alrededor como para hacer una lectura cómoda, con una paginación a la derecha, los capítulos preciosamente señalados y, por si fuera poco, está impreso en papel de buen gramaje y buena calidad que hacen que la lectura sea un auténtico placer. No solemos comentar las portadas, pero en este caso el tono rojizo y anaranjado que han escogido para Arkadya nos parece todo un acierto: se aleja de los azules y negros que acompañan por lo general el género de la ciencia ficción y al mismo tiempo transmiten el calor y el infierno al que se ven sometidos los propios habitantes de la Zona de Exclusión. 

Sobre la costura, no hace falta que demos detalles ¿verdad? Es un libro de Santillana: o eres muy cazurro o no se te deshará jamás en las manos. 

Nuestra opinión sobre Arkadya 

Hemos hecho una pequeña investigación antes de escribir esta opinión para saber qué le había parecido Arkadya al resto de bloggers y lo cierto es que estamos un poco sorprendidos al ver las notas moderadas, a veces incluso bajas para un libro que nosotras consideramos realmente excelente. Y creemos que tenemos la solución a la pregunta de por qué está sucediendo esto: Arkadya no es un libro propiamente juvenil. 

Hace falta cierta madurez y empatía para comprender que por lo que pasa Zenda es por una depresión de tomo y lomo que le impide pensar y que la anula por completo; hace falta cierto contexto previo y cierto bagaje literario para comprender realmente los peligros que se esconden detrás de las amabilidades y del peligroso discurso que tienen tanto los revolucionarios como los miembros de las ciudades y por último, hace falta cierta habilidad a la hora de digerir por completo una obra así. 

Pero lo que está claro es que Arkadya engancha. Engancha y sorprende en cada una de sus páginas en las que te venden la victoria perfecta y luego te golpean con un fracaso tras otro. A lo largo de los diferentes capítulos, aprendes a ver al gran héroe Jay como un niño del que se espera demasiado y comprendes que Zenda es capaz de enfrentarse a su superior acosador precisamente por el hecho de haber perdido la capacidad de sentir tras la abrupta ruptura con Jay Loghden. 

En otros blogs hemos visto también que se describe a los personajes como “pobremente construídos” y no podríamos estar más en desacuerdo. Es cierto que algunas figuras como Pendaya y Obayno realmente no tienen un trasfondo muy profundo, pero es precisamente en los miembros de las civilizaciones bajo las cúpulas donde vemos la auténtica genialidad. La fé ciega y absoluta de la superior de Zenda en el sistema o incluso la forma de comportarse de Janos Valcox el cual ejemplifica perfectamente a esos jefes que creen que el poder político y empresarial les da derecho a todo. 

Si tuviéramos que buscarle una pega a Arkadya sería precisamente en el bando revolucionario, que vende unos ideales utópicos sin tener realmente una infraestructura pensada y montada. Entrando en SPOILERS de primer nivel, la resolución del conflicto de esa forma tan pacífica y animada después de años de absoluto hermetismo sobre el sufrimiento de la Zona de Exclusión a los que se define en todos los medios de comunicación como bestias y terroristas, nos pareció poco creíble. Pero al fin y al cabo se trata de una novela utópica ¿no es cierto? 

Nosotras fuimos un poco más allá y nos quedamos con muchas preguntas: ¿hay espacio suficiente bajo las cúpulas para todos los habitantes de la ZE? ¿Qué pasó con Ylenia? ¿Cómo es posible que no aislasen el CPT 47 los miembros dirigentes y concentrasen allí el grueso de sus ejércitos? Y ¿por qué Zyrko parecía tan perdido en el interior del sistema de las ciudades cuando en teoría él es un estudiante de la Escuela de Recursos fugado? 

Preguntas que quedan sin respuesta, pero que tampoco deslucen ni entorpecen la trama exageradamente. Al igual que el propio final de la obra, que nos ha parecido sumamente brillante en todos los sentidos, a veces solo puedes sentarte y esperar a que lo que tenga que pasar, suceda. Y cuando decimos que el final superó nuestras expectativas es precisamente porque el autor, Jordi, nos tenía reservada una sorpresa al final: el juicio y encarcelamiento de Zenda. 

Zyrko se llena la boca hablando de democracia, de libertad y de justicia, y sin embargo prácticamente le augura a Jay que Zenda se pasará toda su vida entre rejas por desarrollar forzosamente bajo el régimen dictatorial en el que trabajaba un arma. De esta forma, Jordi vuelve a realizar una jugada triunfal y brutal recordándonos que no hay buenos ni malos y que en política, al igual que con el anillo único de Sauron, el poder corrompe. 

Hemos de confesar que el ritmo de la obra no puede ser más idóneo. Jordi prepara largos capítulos descriptivos al comienzo para sentar el setting y rápidos momentos de acción al final que van alternando la vista entre varios personajes y que nos hacen saltar del sillón, histéricos, con el corazón en un puño, sintiendo cada momento como si estuviéramos allí presenciándolo. 

No vamos a terminar este extenso análisis sin mencionar que el Capitolio… disculpad, el Directorio, nos recuerda enormemente a la central de los Juegos del Hambre: desde la fiesta a los peinados absurdos y superficiales y el profundo cinismo de la población hasta el propio dirigente, amable en apariencia pero cruel y podrido por dentro como Snow. 

Pero al final nada de esto importa. No importan los amigos que hayas hecho por el camino ni los enemigos que te hayas forjado porque todo se reduce al principio: a Jay y Zenda, a los pilares de su existencia y a la plenitud que solo encontrarán el uno al lado del otro. Y nosotros terminamos de leer la obra con los ojos llenos de lágrimas, preguntándonos si encontrarán el paraíso, convencidos de que por fin ambos podrán llegar a ser felices. 

Conclusión sobre Arkadya

Arkadya es una distopía del futuro ligerita pero muy bien construida, con un setting potente y muy poderoso. A lo largo de sus diferentes páginas nos sorprenderá el increíble trasfondo político de una novela que se enmascara como juvenil pero sin duda esconde mucho más.

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