Los oni forman parte del folclore japonés desde hace siglos. Su taimada presencia y obsesión por cocinar vivos, atormentar y devorar a los hombres ha sido sujeto de inspiración de escritores y mangakas desde hace años y les ha dado las herramientas para crear interesantes historias en las que estos no siempre representan a los enemigos de los protagonistas.
En este post, que espero hacer suficientemente breve e interesante como para evitar que un ente demoníaco venga a buscarme por la noche, repasaré contigo los orígenes de los onis en el manga, su influencia en algunas obras clásicas y por supuesto cómo su figura inspira directamente el famoso manga de éxito Guardianes de la noche (Kimetsu no Yaiba)
Los oni son unas criaturas propias del folclore japonés con piel roja o azul, cuernos afilados y a menudo armados con un kanabō (un garrote que se ha convertido en su sello distintivo). Estos seres, que han dejado una huella indeleble en la cultura japonesa, no surgieron de la nada. Sus raíces se hunden profundamente en la antigua religión y mitología de Japón. Algunos sostienen que originalmente eran dioses de la montaña y la naturaleza, mientras que otros creen que son manifestaciones de almas que no encontraron paz en la muerte.
No son meras figuras decorativas en las leyendas japonesas; su presencia impone terror y fascinación a partes iguales. Conocidos por su apetito insaciable por la carne humana, estos demonios a menudo se muestran cocinando y devorando a sus víctimas. Pero su papel no se limita a ser aterradores seres de las montañas: en algunas tradiciones, los oni sirven en los infiernos, actuando como verdugos que castigan a las almas condenadas, cocinando y atormentándolas en calderas ardientes. Esta dualidad, donde los oni son tanto consumidores como castigadores, refleja una complejidad que va más allá de la mera monstruosidad. Son criaturas que encarnan el miedo a lo desconocido y lo prohibido, y su legado continúa siendo una fuente rica e inagotable de inspiración en la cultura japonesa moderna.
A lo largo de los siglos, los oni han sido protagonistas de innumerables historias, desde crónicas antiguas como el *Konjaku Monogatari* hasta representaciones en el teatro Noh y Kabuki. En estas narrativas, no siempre son los villanos a temer; a veces, son figuras trágicas, atrapadas en un destino que no eligieron. Y, por supuesto, hay onis que han alcanzado un estatus casi mítico. Como Shuten-dōji, el líder oni del monte Ōe, cuya leyenda ha sido contada y recontada, convirtiéndolo en una figura icónica en el imaginario japonés.
Pero más allá de las leyendas y las representaciones teatrales, lo que realmente destaca es cómo los oni han evolucionado con el tiempo. Ya no son monstruos temibles; en muchas historias, representan miedos, deseos y las complejidades de la condición humana. Y esta rico tapiz de significados y simbolismos es precisamente lo que ha inspirado a generaciones de escritores y mangakas, como se refleja en obras modernas como Kimetsu no Yaiba, donde los oni toman un papel central, desafiando y redefiniendo las percepciones tradicionales.
Como escribe Susan Napier, «el anime, con su enorme amplitud de material temático, es... un espejo útil de la sociedad japonesa contemporánea, ofreciendo una variedad de perspectivas sobre los problemas significativos, sueños y pesadillas del día».
En un mundo donde el conocimiento humano avanza y se expande, y las fronteras se vuelven cada vez más difusas, el tropo de los oni también se transforma, moviéndose más allá de las montañas distantes y ríos de Japón. Quizás esto se deba a que la idea de que los oni habiten estos lugares se ha vuelto menos creíble y por supuesto, esto ha afectado a su presencia en el manga. Aun así, aunque cambie la geopolítica del origen de estos demonios rojo-azules, los oni siempre forman parte de los "otros", aquellos que no son como "nosotros" y permanecen inalterables como seres marginados nacidos del rencor, la enemistad y el sufrimiento.
Uno de los primeros ejemplos de representaciones de los oni en el manga se encuentra en la obra Devilman de Go Nagai, publicada entre 1972 y 1973. Aunque el manga cuenta con una fuerte presencia de la tradición judeocristiana, los oni son el pilar central de la obra. La trama básica de Devilman nos sitúa en un mundo en el que, hace mucho tiempo, los demonios gobernaban la tierra, pero un cataclismo los encerró en el hielo. Estos eran transformadores hábiles, o más precisamente, amalgamadores (gattai) que se combinaban con otros seres, y su placer era matar a seres conscientes. Al mismo tiempo, en el Japón contemporáneo, Fudō Akira, un tímido adolescente, se entera por su mejor amigo Ryō que los demonios han resucitado y van a destruir a los humanos para recuperar la tierra. Para salvar a todo el mundo, Akira se transforma en Devilman, permitiéndose ser poseído por uno de los demonios guerreros más poderosos llamado Amon.
La influencia de Devilman en el manga y el anime posteriores ha sido enorme, llegando a obras tan destacadas como Neon Genesis Evangelion (Shin seiki Evangerion, 1995–96), una serie de manga y anime espectacularmente exitosa. La forma de los EVA de Evangelion recuerda a los oni de la mitología japonesa, no solo en su apariencia sino también en sus atributos. Estas conexiones no son meras coincidencias; son un testimonio de cómo los oni continúan siendo una fuente rica y versátil de inspiración, capaz de adaptarse y resonar en contextos y géneros muy diferentes.
There's a monster in Japan called the Oni; it has two horns sticking out of its head and the overall image of the Eva is based on that. I also wanted to give the impression that beneath this 'robot monster' image is not so much a robot, but a giant human.
Otra de las obras del autor sobre oni es el manga Shuten-dōji. En esta historia, un oni entrega un bebé a un matrimonio y les advierte que volverá a por él cuando cumpla 15 años. La madre adoptiva, traumatizada por la pérdida, genera un mundo espiritual lleno de enemigos contra los que tendrá que luchar su hijo. La trama se convierte en una alegoría de la lucha y la superación, con los oni como catalizadores de un viaje espiritual y emocional.
Sin duda no podemos hablar de oni en el manga sin mencionar a Urusei Yatsura de Rumiko Takahashi, donde la figura del oni se encarga en Lum: una criatura completamente adorable y sexy con atributos típicos y ropa característica de oni. Urusei Yatsura llegó a convertirse en un manga de tal éxito que inspiró una serie de animación, seis películas y un OVA.
Y si hablamos de reinterpretaciones, no podemos pasar por alto a Yubaba de El viaje de Chihiro. Aunque en un primer momento cualquiera piense que Yubaba no es más que una bruja, esta está inspirada en un oni muy famoso. La película, que narra la historia de una niña atrapada en unas casas de baños para los dioses, nos presenta a Yubaba como una anciana que apresa a sus empleados con el poder de la magia del lenguaje: esto le permite tomar sus nombres y transformarlos en animales que luego se come (al igual que los oni que cocinan y devoran a los humanos).
Yubaba se inspira en una historia tradicional de un oni llamada Yamauba la cual tenía un hijo de una fuerza hercúlea. Al igual que ella, Yubaba cuenta con un bebé gigante, que se parece al Kintaro de la leyenda tradicional y que comparte incluso la misma ropa que el niño del cuento.
En este caso, Yubaba se materializa como una presencia demoníaca o como un oni de alto nivel y sofisticación que no solo desea que su pedacito de infierno particular sea placentero para los dioses que lo habitan, sino también que puedan comer carne humana sazonada con el sabor de los animales en los que los han convertido.
Pero sin duda ha sido Demon Slayer o Kimetsu no Yaiba la que ha popularizado la figura de los oni entre los consumidores de manga actuales. El cómic, creado por Koyoharu Gotouge, ofrece una reinterpretación maravillosa de estos seres folclóricos y apasionantes.
Kimetsu no Yaiba acompaña de Tanjiro Kamado, un joven que busca venganza contra los demonios que asesinaron a casi toda su familia. A través de un entrenamiento hecho para descartar a los más débiles, Tanjiro consigue acceder al cuerpo de los mata-demonios, donde empezará a recibir misiones de encontrar, cazar y acabar con estos oni que hay desperdigados por todo Japón y que causan el horror y la destrucción.
Kimetsu no Yaiba ha conseguido acercar la figura reinterpretada de los onis a los consumidores actuales, especialmente gracias a su adaptación cinematográfica de manos de Ufotable. Sin enmargo, los oni que aquí se presentan son una fusión entre los demonios comunes, los oni tradicionales y cuentan asimismo con ciertas cualidades vampíricas.
Para empezar, la autora, Koyoharu Gotouge, crea a los oni con diferentes formas. Aunque algunos de ellos, como el propio villano Muzan, Gyutaro o el Demonio Araña Madre cuentan con apariencia humana, muchos otros tienen cuerpos deformes en los que predominan los colores rojos y azules (como en los oni tradicionales) y los cuernos (como ocurre con Nezuko a partir del segundo arco de la temporada). Estos elementos tradicionales se apoyan al mismo tiempo de la necesidad de los oni del manga por consumir carne humana. Teóricamente, solo devorando a humanos, los demonios de Kimetsu no yaiba son capaces de obtener poder, y su fuerza se incrementa con la cantidad y calidad de los cuerpos que consumen.
Sin embargo, Koyoharu Gotouge otorga a sus oni de otros atributos vampíricos que no forman parte de los onis y que, sin embargo, aparecen muy naturalizados ante los ojos del espectador occidental. Por ejemplo, en Kimetsu no Yaiba los oni son incapaces de estar bajo el sol cuando en la tradición japonesa no se les conoce esta debilidad. De hecho, en muchas leyendas como el cuento popular Momotaro los oni aparecen continuamente bajo la luz del sol.
Al mismo tiempo, aunque se supone que deben alimentarse de carne, a menudo vemos a los oni en el manga únicamente consumiendo la sangre y destrozando los cuerpos por un sádico placer.
Otros de los atributos con los que cuentan los oni de Kimetsu no Yaiba y que se extraen de la tradición japonesa es, en parte, el origen de estos. La creencia en los oni varía, pero a menudo se les asocia con el mal y las emociones negativas. Algunas leyendas sugieren que los oni nacen de las almas de los muertos que estaban llenos de odio, envidia u otras emociones negativas durante su vida. En algunos casos, se cree que los humanos que han llevado una vida particularmente malvada o llena de odio pueden transformarse en oni después de la muerte.
Esto es similar en el caso de Kimetsu no Yaiba con varios de sus personajes. Desde el propio Muzan, al cual su vida le arrastró a cometer diferentes pecados; a otros de los villanos y enemigos conocidos como La Cuarta Luna Superior, cuya vida cargada de crímenes lo arrastra a convertirse en un oni de per se. Al mismo tiempo, Koyoharu Gotouge profundiza en esta idea. Sin ir más lejos, la obra se ambienta en la era Taisho (1912-1926), momento en el que Japón estaba sumida en un momento de extrema pobreza, inestabiliad social y donde proligeraban las desigualdades, robos y asesinatos: un caldo de cultivo perfecto para que los oni proliferen y vivan al lado de los humanos de los que se alimentan.
Tanjiro, cuya máxima cualidad es la empatía y la amabilidad (hasta un extremo que lo acerca prácticamente al de un santo budista), siempre acaba con los oni mostrando una piedad desconocida en el cuerpo de los Caza-demonios. La autora aprovecha ese momento para mostrarnos cómo las injusticias sociales, la pobreza, el maltrato y la violencia sistemática contra personas inocentese e incapaces de defenderse acaba dando lugar a los sentimientos de odio y rencor que luego los convertirá en sus propios villanos.
Los onis, con su presencia imponente y su naturaleza compleja, han trascendido las fronteras de la mitología y se han convertido en un símbolo de la cultura japonesa. Su evolución, desde dioses de la montaña y la naturaleza hasta figuras que encarnan los miedos, deseos y complejidades de la condición humana, refleja una adaptabilidad y resonancia que pocos elementos del folclore pueden igualar. En la modernidad, los oni han encontrado un hogar en el manga y el anime, donde su legado continúa creciendo y transformándose.
En un mundo en constante cambio, donde las líneas entre el bien y el mal se vuelven cada vez más borrosas, los oni nos ofrecen una lente a través de la cual podemos examinar nuestras propias sombras y enfrentarnos a las preguntas más profundas sobre quiénes somos y qué significa ser humano. Es posible que todos tengamos un oni dentro de nosotros. Y quizás, en lugar de temer a ese oni, deberíamos aprender a entenderlo, a aceptarlo y, en última instancia, a lidiar con los sentimientos que nos genera.
Los oni no son solo criaturas de la noche; son espejos de nuestra alma, y su historia es nuestra historia.
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