—Berlín es demasiado fría para mí… Aquí todo es frío. Los edificios. La gente… Eso si no te atropellan con la bici. ¡Y encima te gritan! Ah. ¡Odio a los ciclistas!.
—Sí, está claro que no siempre son amables. Sobre todo cuando van en bici. Pero también hay gente encantadora. Los de la asociación del barrio, por ejemplo. Hay uno…
—¡Es demasiado discreto! ¡Queremos saber! ¿Cómo se llama? ¿Es una refugiada? ¿La has salvado?
—Karsten le enseña alemán. Ya sabéis a qué me refiero…
Tomar refugio, opinión de la novela gráfica que reconcilia Oriente con Occidente