Argumento de La Torre de la golondrina
La Torre de la Golondrina es la séptima y penúltima parte de la famosísima saga de fantasía ¨La saga del Brujo¨, de la que tanto os hemos hablado del famoso autor Andrej Sapkowski.
Como realmente no tiene excesivo sentido hablaros de nuevo sobre el famoso escritor de la saga, pasaremos directamente a la trama del libro ;)
Resumen de La Torre de la Golondrina (absteneos si no habéis leído Tiempo de Odio)
Tal y como recordamos, en el último libro la trama se dividía en tres líneas argumentarles completamente separadas:
- La trama de Geralt de Rivia: el brujo que fue herido por Vilgefortz y que acaba en Brokilón. Desesperado por las pesadillas premonitorias sobre el sufrimiento de Ciri, decide lanzarse de cabeza a una búsqueda suicida y poco útil hasta la capital de Nilfgaard intentando salvar a su niña del destino. Junto a él van el bardo Jaskier, la arquería Milva y Regis, el vampiro.
- La trama de la propia Ciri: de la cual poco o nada sabíamos hasta ahora. Ciri aparece en un pantano con la cara completamente desfigurada por una herida y prácticamente muerta. Un hombre de buena fe llamado Vysogota la encuentra y decide ocuparse de ella, tratándola como buenamente puede. A cambio, ella le contará toda su historia.
- La trama de Yennefer de Vengerberg y el resto de hechiceras. Yennefer, después de haber sido convertida en una muñeca de cerámica por Tissaia de Bries, se enfrenta a la logia de hechiceras que quieren a Ciri para sus propios propósitos políticos.
Los tres protagonistas de nuestra historia verán sus caminos separados por fuerzas externas, mientras luchan para conseguir reecontrarse en una trama envuelta en la guerra, la corrupción, los intereses políticos de unos pocos y mucho más.
Análisis de La Torre de la Golondrina
La Torre de la Golondrina es sin duda el libro más complicado de leer de todos los volúmenes de la Saga del Brujo que hemos tenido el placer de leer hasta ahora. Parece que Sapkowski se ha cansado de complacer a su audiencia y nos regala una enorme cantidad de aventuras caballerescas, en las que los humanos quedan como la auténtica escoria y donde la guerra aparece magistralmente retratada, con enormes carencias de orden.
Los saltos temporales que hace en muy pocas páginas o líneas llegan a marear por momentos y dificultan la lectura. En un instante estamos leyendo el relato de Ciri con los Ratas para pasar inmediatamente a los pensamientos de un bandido, ir hasta una sala secreta repleta de hechiceras y volver a la acción interrumpida de Ciri sin ningún tipo de puente o transición entre ellas. Los saltos llegan a ser terriblemente molestos en ciertos puntos de la acción donde realmente el clímax está llegando a un punto insuperable y Sapkowski simplemente se decide a cortarlo a medias, volviendo sobre él tres capítulos a posteriori.
También se cumplen de nuevo esos deslices que tanto le gustan al autor y que un editor severo no habría pasado: frases fuera de sentido, saltos temporales desordenados, una narración caótica y larguísimos capítulos sobre metafísica dentro de su universo, juegos políticos y background histórico que nada aportan a la trama. Y sin embargo, con el lanzamiento de la séptima parte de La Saga del Brujo, Sapkowski, ya consagrado como un gran escritor, puede realizar cualquier juego de palabras que desee sin miedo a quedarse sin publicar su última parte.
Pero no todo es terrible en La Torre de la Golondrina: Sapkowski vuelve a destacar como un genio a la hora de crear personajes carismáticos y coherentes, a veces más que los propios protagonistas. Geralt de Rivia y Ciri son los menos lustrados de los últimos dos libros, donde existe un abanico de personajes secundarios que realmente brillan con luz propia: desde el asesino a sueldo Bonhart, absolutamente imparable, un sádico chulo; hasta la PSI Johana o el comandante Antillo. Todos ellos cuentan con gestos propios, actitudes propias y maneras de comportarse completamente diferentes a las de otros villanos sueltos por la trama.
La corrupción, la guerra y la incapacidad de confiar en nadie son varios de los profundos mensajes que se transmiten en esta obra con un toque ligeramente apocalíptico donde las profecías de los elfos empiezan a hacerse realidad y Ciri pasa de ser una simple pieza dentro del juego de la política a un elemento vital en la lucha entre los dioses
Opinión (¡cuidado! ¡Contiene spoilers!)
Este libro sin duda me ha frustrado más de lo que me gustaría admitir. Es como si Sapkowski soltase perlas de increíbles aventuras, batallas magníficamente descritas con múltiples detalles y un nivel de acción realmente apasionante con trozos mal acabados, repeticiones excesivas, una política más elaborada y un trabajo, a todas luces, descuidado. Le habría hecho mucho bien el autor releer el libro y tomarse un par de meses para madurarlo, porque muchas de las escenas no están en absoluto trabajadas.
A pesar de que conocemos a Dijkstra desde hace varios volúmenes, este aparece en La Torre de la Golondrina dos veces, una para recordarnos lo importante que es y otra para darnos una larguísima descripción histórica de una serie de lugares y personajes que en nada afectan a la trama. Muchos de los personajes secundarios que nos muestran y que deberían contar con personalidad, como el propio Rience o Schirrú no transmiten nada. Son simples villanos que nada conseguimos ubicar.
Y emplear el verbo "ubicar" me recuerda a que realmente no sé si he hecho demasiado énfasis en el hecho de que prácticamente al final de la novela te cuentan la historia de Yennefer de Vengerberg en una serie de eventos que suceden temporalmente al principio. No sabemos dónde están ni el descerebrado de Geralt ni su comparsa en la línea temporal de acciones, los cuales se dedican a ir dando palos de ciego a lo largo de un territorio ocupado por la guerra.
Y es que por increíblemente bien que hayan construido la personalidad de Milva, Regis, Bonhart, Antillo o incluso la propia Johanna, Geralt y Ciri se muestran como auténticos palurdos en toda la obra. Ciri, como una chiquilla adolescente inmadura, tiene un pase, pero Geralt simplemente parece ilógico, estúpido y en nada parecido al brujo que conocíamos en los primeros libros. Ciri culpa a Geralt y a Yennefer de dejarla sola cuando en ningún momento va a buscarles ni emite ningún tipo de llamada (probablemente por miedo a que la encuentren). Podemos entender esa rabia ilógica dentro del cuerpo de una joven de 16 años que ha vivido los últimos meses en los caminos asaltando y robando. Pero Geralt, como adulto que es, ignora las recomendaciones de las dríadas de Brokilón de quedarse una semana más para sanarse completamente simplemente por impaciencia. El resultado es que se queda cojo, dañado de una rodilla. Además, se lanza en una búsqueda sin tener ni la más remota idea de una dirección y sin plantearse pedir ayuda a alguien que localice a Ciri telepáticamente hasta el final de esta novela. Por último, el brillante Geralt, buscando un traidor en el ámbito mágico, no piensa en Vilgefortz ni en la logia de arpías que hay reunidas en su contra, sino que directamente culpa a Yennefer de Vengerberg.
Si algo no puedo entender es por qué Geralt no recibió un pelín más de sentido común e inteligencia cuando se entrenaba en Kaer Morhen y por qué demonios insisten en proteger a una Triss Merigold que no sólo traicionó a Yennefer acostándose con su "rollo" varias veces, sino que ahora ha quedado probado que vendería a Geralt y a la propia Yennefer a la logia simplemente por encajar.
Ah, y la muerte de Vysigota al final. Inútil y del todo innecesaria. Sapkowski... nos has repetido por activa y por pasiva que la choza del viejo en el páramo es absolutamente imposible de encontrar hasta un punto en que resulta cargante y aburrido. Así que matarlo al final, sin ningún tipo de puente ni de transición, resulta como poco forzado.
Conclusión sobre La Torre de la Golondrina
La Torre de la Golondrina continúa los sucesos de Tiempo de Odio. En este libro descubriremos si realmente Yennefer de Vengerberg es una traidora que apoya a Nilfgaard, qué ocurrió con Ciri y si Geralt ha tomado por fin el rumbo adecuado. El libro cuenta con momentos épicos de acción que sin duda hacen que merezca la pena, pero carece de un estilismo formal adecuado y sus saltos de narrador marean y nos hacen perder el interés por momentos.
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