3 libros distópicos que tienes que leerte ya mismo y que representan nuestra sociedad

En esta era de noticias falsas, la era de la post-verdad y del doblepiensa, libros como 1984 de George Orwell, Un mundo Feliz de Aldous Huxley o El cuento de la criada de Margaret Atwood son verdaderas guías para nuestras vidas. Aquí te explicamos por qué.

Cada una de las tres novelas representan la capacidad opresora que tienen los grupos de poder en la sociedad actual: el control del gobierno y la información, el consumo como forma de dominio frente a las masa y el mando sobre el patriarcado y la religión.

La obra maestra de George Orwell, 1984, llegó a la cima de las listas de Amazon cuando Donald Trump fue inaugurado como Presidente de los Estados Unidos en enero de 2017 y su consejera Kellyanne Conway se refirió a una declaración del secretario de prensa de la Casa Blanca como "hechos alternativos". Inmediatamente se hicieron comparaciones con el lenguaje de la novela y el 'Nuevolenguaje', diseñado para restringir la libertad de pensamiento a través de su gramática y vocabulario limitado. El año es 1984 y Winston Smith, el protagonista de la novela, vive en un mundo acosado por la interferencia del Estado en la vida cotidiana, tanto que incluso los pensamientos realizados en su intimidad son un crimen. Pero Winston no está solo en su desafío, y un asunto ilícito lo llevará a la misteriosa Hermandad y a las realidades de la resistencia.

Exactamente como en 1984, cada vez nos sorprende menos ver encarcelamientos y penas judiciales por tweets publicados o incluso por manifestaciones en privado de ideas contrarias a las que el resto de la sociedad comparte. Se lleva a cabo continuamente una limpieza e intercambio del "enemigo público". Paraos a pensarlo: primero los enemigos fueron los japoneses y los alemanes (en la época de la posguerra tras la IIGM), después motivado por la industria de Hollywood, los malos pasaron a ser los rusos con los que los americanos no guardaban buenas relaciones. Actualmente, cualquiera cosa que provenga del mundo islámico, sea bueno o malo, se mira con lupa. Se enaltece a la violencia contra las masas, sintiéndonos seguros entre gobiernos que cada vez retiran más derechos y libertades a sus ciudadanos a cambio de una falsa sensación de seguridad.

Un mundo feliz es el ingenioso conjunto de fantasías de Aldous Huxley en el futuro, que arroja una luz brillante sobre el presente. En el futuro, los Controladores Mundiales han creado la sociedad ideal. A través de la ingeniería genética, el lavado de cerebro y el sexo recreativo y las drogas, todos sus miembros son consumidores felices. Bernard Marx parece estar solo en el descontento, albergando un anhelo mal definido de liberarse. ¿Existe una cura para sus trastornos?

Se ha debatido mucho sobre si esta novela es, de hecho, más representativa todavía del clima actual. Como escribió Neil Postman en Divertirse hasta la muerte:

Una sociedad basada en el consumo, en el ya, en el presente, donde se trata cualquier decepción con pastillas y donde cada vez nos vemos más incapaces de sobrellevar nuestra propia vida colmada de lujos y de placeres por todas partes: sushi para llevar, bolas de espuma erfumada, zapatillas para running y 30 pares de botas esperando en nuestro armario al outfit perfecto. ¿Nos hemos vuelto débiles e incapaces de enfrentarnos a las decisiones que tomamos? ¿Acaso no creemos todos, en el fondo, que la felicidad no está embotellada en un anuncio de Coca Cola?

La obra de Margaret Atwood, El cuento de la criada, ha vendido más de medio millón de copias desde que se publicó por primera vez en 1986 en el Reino Unido. Offred es una Criada en el estado represivo de Galaad. Como sus compañeras Criadas, tiene que vivir en la casa de su Comandante y su esposa y engendrar a sus hijos. Si se desvía aunque sea lo mínimo, será ahorcada como sus compañeros disidentes.

La novela tiene ecos escalofriantes de América del siglo XXI, donde los hombres toman decisiones sobre el cuerpo de las mujeres y da rienda suelta a la ironía, el ingenio y la percepción astuta de Margaret Atwood. En las protestas en todo el mundo se han utilizado eslóganes como "Haz que Margaret Atwood vuelva a ser ficción", y en los tribunales estadounidenses se han usado trajes de sirvienta en protestas silenciosas.

Tenemos mucho que aprender de las mayores distopías del futuro. Estas llevan años previniéndonos de los peligros de ceder el control completo a solo un grupo. ¿Queda alguien ahí fuera capaz de escuchar?