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NOTA: 7

La señora de Mellyn: opinión de un clásico romántico victoriano de Victoria Holt

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - La señora de Mellyn: opinión de un clásico romántico victoriano de Victoria Holt

La señora de Mellyn es una de esas pequeñas joyas de romance gótico que esperan a que alguien las redescubra y reedite. Publicada por primera vez en 1960, el libro, que se ha erigido como una las obras más representativas de Victoria Holt, entrelaza romance, miedo y suspense en una mansión de una casita del Cornualles victoriano. Con su prosa delicada, La señora de Mellyn explota el mismo concepto que *Agnes Grey* de Anne Brönte al plantearnos el tropo de la joven y severa institutriz que se desplaza a una casa ajena para cuidar a los atribulados niños de los demás.

Esta es una historia de romance que sin lugar a dudas no deberías perderte si te apasionan las historias victorianas con un giro de misterio y tensión. Te cuento por qué un poco más abajo.

Argumento de La señora de Mellyn

Mount Mellyn. Una mansión se erige, victoriosa, por encima de un inmenso acantilado. A sus puertas llega Martha Leigh: una severa pero joven institutriz que ha sido completamente incapaz de encontrarse un pretendiente. Martha está asustada, aunque no es para menos: tendrá que trabajar para el reciente viudo, atractivo y distante Connan Tremellyn, señor de esas tierras; y educar a su pequeña hija Alvean.

Sin embargo, tal y como esperaba, las cosas no serán fáciles para ella: en el interior de la inmensa casa ocurren cosas misteriosas y hay sombras que acechan las ventanas del ala de la difunta señora. Por si eso no fuera poco, Martha tendrá que enfrentarse al desafío de conseguir el cariño de Alvean y conseguir sacarla de su burbuja de soledad que la ha convertido en una niña esquiva y cruel que desaparece sin dejar rastro.

En medio de esta atmósfera opresiva y cargada de secretos, Martha se verá envuelta en un extraño juego cuando comprende que la familia de la casa de al lado, que tan amigables parecen con ella, pueden tener segundas intenciones.

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Una sociedad victoriana cerrada y hermética: el papel de Martha dentro de Mount Mellyn

La señora de Mellyn nos traslada a la sociedad victoriana, donde las opciones de una mujer soltera como Martha, especialmente una sin una dote significativa o conexiones influyentes, eran limitadas y a menudo severamente restringidas. La protagonista, Martha Leigh, se encuentra precisamente en esta encrucijada: su incapacidad para encontrar un pretendiente no es solo un reflejo de las normas sociales restrictivas de la época, sino también de su posición socioeconómica y la presión para asegurar su sustento.

Y es que Martha es un ejemplo de una mujer autosuficiente para su época. En lugar de limitar sus emociones o su comportamiento para encajar con el ideal de chica casadera boba, se mantiene férrea no solo a sus convicciones sino también a una moral intachable que la caracteriza desde el principio y que marca realmente la personalidad de la protagonista que tanto choca con el comportamiento a veces disoluto de las damas que rodean a Connan Tremellyn. De esta forma Martha Leigh es, con su comportamiento, un clarísimo ejemplo del ideal puritano de mujer trabajadora de la época.

Martha Leigh: la institutriz que aglutina en ella el perfecto ejemplo puritano.

La moral puritana, con su énfasis en la virtud, la modestia y el compromiso con el trabajo, se refleja en la manera en que Martha se acerca a su papel de institutriz. Esta no solo se toma en serio su responsabilidad de educar y cuidar a Alvean, sino que también se esfuerza por mantener una conducta irreprochable, incluso en situaciones difíciles. Este enfoque de su labor y su vida en Mount Mellyn demuestra una fuerte adhesión a la ética del trabajo y la moralidad, lo cual es emblemático de la actitud victoriana hacia el trabajo y el comportamiento personal.

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Sin embargo, Martha es, sobre todo, una heroína, y como tal ha de resultar ligeramente problemática. A diferencia de lo que se esperaba de las mujeres en esa época, que era sencillamente acatar con sumisión las ideas y decisiones de sus patrones o de las figuras masculinas en una posición jerárquica superior, la perserverancia que muestra Martha frente a los desafíos, su manejo de las complejidades de su posición social y su determinación por descubrir los secretos que rodean a la mansión y sus habitantes, hablan de una fuerte moral interna y un compromiso con la verdad y la justicia, a pesar de las restricciones y expectativas de su género y posición social.

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—¿Cuándo regresará? —pregunté.

Me miró algo extrañada y comprendí que la había ofendido porque me dijo con cierta altanería:

—Volverá cuando le convenga.

Era evidente que si deseaba conservar su consideración, debería respetar los convencionalismos: y una institutriz no podía curiosear sobre las idas y venidas del señor de la casa. La señora Polgrean podía hablar con él; era una persona privilegiada, pero yo tenía que limitar­me a cumplir el trabajo para el que había sido llamada. Era muy importante que me adaptase estrictamente a mi nueva posición.

La difícil situación de las institutrices en aquel momento

Es especialmente interesante ver cómo Victoria Holt trata la figura de la institutriz, ya que lo hace desde una perspectiva que Anne Brönte ya había abordado en *Agnes Grey* en la que plantea la difícil posición dentro de una casa de las institutrices.

Y es que las institutrices eran, a menudo, mujeres de buena familia empobrecidas por alguna desgracia para la época: bien fuera por una pérdida importante de patrimonio o porque, desafortunadamente, las pobrecitas no habían podido casarse. Como descendientes de buena familia, no se las podía tratar como a los criados, pero al mismo tiempo, como mujeres trabajadoras que eran, tampoco estaban a la altura de la familia a la que servían. A todo ello se le suman los prejuicios de la época que consideraban a menudo a las institutrices unas cazafortunas que iban detrás de los hijos o viudos para poder escalar rápidamente y huir de una vida de servidumbre y de miseria.

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Teniendo esto claro, se entienden mucho mejor las dinámicas dentro de Mount Mellyn y muchas de las obsesiones de Martha, como la de comer sola en su habitación, no participar de los cotilleos ni charlar con las amigables y simpáticas criadas y no permitir que la vean, en ninguna circunstancia, con un aspecto que no sea adecuado a su rango y estatus. También nos queda clara que la dinámica de la casa, asfixiada además por el recuerdo de la última institutriz (a la que echaron por robo), empuja a la severa ama de llaves a recordarle continuamente a Martha las zonas por las que ésta puede transitar libremente y las que no, dejándole claro cuál es su sitio. 

Pero al final, se trata de una historia de misterio y romance, a pesar de todo

A pesar de todo lo que te he contado anteriormente sobre la difícil situación de Martha Leigh y el papel de una mujer con un cargo como el suyo, no podemos olvidar que, al final, La señora de Mellyn de Victoria Holt es una novela romántica victoriana con un misterio ambientado bajo el manto de una atmósfera gótica.

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Me figuré el efecto tan bueno que harían todos aquellos candelabros encendidos, los invitados bailando, tantos vestidos de colores preciosos, y el brillo de las perlas y de los diamantes.

¡Cómo deseaba ser una de aquellas mujeres! Kitty bailaba sola en el salón, sonriendo a un caballero imagi­nario al que de vez en cuando le hacía una reverencia. Me hacía sonreír la sana alegría de la muchacha.

Pero en seguida pensé que no me correspondía estar allí. Era rebajarme a la altura de Kitty.

Volví, pues, a mi habitación, pero me sentía triste y con un nudo en la garganta.

Para ello, la autora sitúa este romance en una mansión, señorial y cargada de silencios y lo dota de una heroína (la propia Martha), un atractivo pretendiente fuera totalmente de su alcance, un misterio intranquilizador y un reto. Todos estos elementos combinados sirven para impulsar un desarrollo de Martha como protagonista que realmente convence: inicialmente presentada como una institutriz competente pero sin grandes pretensiones en el ámbito social, su evolución es tanto un tributo al género romántico como una narrativa de empoderamiento. Martha no solo tiene que superar las barreras impuestas por Connan Tremellyn y su ambiente (el ama de llaves, las visitas inoportunas y el odio acérrimo de su pupila) sino que también tendrá que hacerlo completamente sola, lo cual convierte este relato en una extraña historia de empoderamiento.

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Lo extraordinario de Martha no reside únicamente en su apariencia o habilidades, sino en su convicción inquebrantable de que posee la capacidad de influir positivamente en su entorno, especialmente en lo que respecta a Alvean. Desde el principio, se da cuenta de que puede hacerlo mejor que Connan en cuanto a la crianza de su hija. Esta no es una tarea baladí porque implica navegar y, en ocasiones, desafiar las expectativas y normas impuestas por el propio Connan. Su determinación al desafiar estas directrices, su manera de manejar situaciones con inteligencia y cuidado, no solo resalta su fortaleza sino que también aporta un toque feminista a la trama. La idea de que Martha, desde su posición de relativa insignificancia social, pueda efectuar un cambio tan evidente sobre la vida de personas teóricamente superiores a ella, no solo es revolucionaria para la época en la que se ambienta la novela, sino que también ofrece una lección de autonomía y valentía.

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Aquel incidente me había enseñado muchísimo. Alvean adoraba a su padre y a él le era indiferente. Mi indignación contra él crecía a medida que aumentaba mi compasión por la niña. Nada de raro tenía que Alvean fuera una niña difícil. ¿Qué otra cosa se podía esperar cuando era tan desgraciada? La veía adorando a su padre, que nada se interesaba por ella, y mimada por Celestine Nansellock. Entre los dos estaban haciendo todo lo posible por estropear a la niña.

La resiliencia y fortaleza de Martha Leigh no solo impactan profundamente la vida de Alvean, sino que también capturan la atención de Connan Tremellyn, el señor de la mansión. La manera en que Martha se enfrenta a los retos, combinando su determinación con una sensibilidad hacia los que la rodean, termina por atraer a Connan, marcando el inicio de un cambio en la dinámica entre ellos. De cualquier forma, no os esperéis el romance del siglo: el hecho de que Connan y Martha se enamoren es más una consecuencia lógica e inevitable del género, más que uno de los puntos centrales de la propia novela.

Lo que sí que es uno de los puntos centrales dentro de la novela es el misterio alrededor de la ausencia de la anterior señora de la casa. De esta forma, Victoria Holt va alimentando nuestras inseguridades dentro del relato a través de la pragmática pero impresionable mente de Martha: si es cierto que la señora murió ¿por qué aparece su fantasma en su dormitorio algunas noches? ¿Quién la observa mientras está durmiendo? Y, lo peor de todo ¿es posible que fuera Connan el que asesinó a su propia esposa?

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No sé exactamente qué esperaba ver allí arriba, pero no dejaba de mirar a los matorrales que remataban el acantilado. Hubo un momento en que creí ver moverse algo. Habría sido muy fácil para cualquiera ocultarse allí. Aunque la explicación natural parecía ser que las lluvias hubiesen desprendido alguna de las rocas. Pero si alguien quería librarse de mí, la ocasión era única, pues habría bastado empujar ligeramente un peñasco ya vacilante para hacerlo rodar en el momento en que yo pasara por el punto más estrecho del camino. Un blanco perfecto.

Mi opinión sobre La señora de Mellyn: una novela más que disfrutable.

Leí La señora de Mellyn cuando era apenas una adolescente impresionable y tengo que confesar que el recuerdo de esta novela siempre me ha acompañado hasta que me decidí a releerlo más tarde. Y es que la atmósfera gótica acompañada de los personajes victorianos que pueblan el interior de la casa son más que atractivos.

El misterio alrededor de la señora de la casa que Martha Leigh de alguna manera está condenada a perseguir ya que su presencia en la vida de Alvean cubre un hueco dejado por la muerte de la madre, hace todavía más interesante el día a día y los retos a los que se encuentra sometida Martha. Todo ello, acompañado al desafío de criar a Alvean, ver sus progresos a caballo y sumado a uno de los mejores y más sorprendentes finales que recuerdo haber leído en toda mi vida hacen que esta sea la novela perfecta para las amantes del género gótico victoriano de misterio.

Una novela que merece la pena releer varias veces en la vida.

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