Entre mortales y dioses: la divinidad en la literatura de fantasía

En el vasto cosmos de la literatura de fantasía, los dioses juegan un papel esencial que trasciende la mera decoración de sus mundos imaginarios. Más allá de su omnipotencia, estas entidades divinas se convierten en el nexo entre lo humano y lo insondable, dotando a las narrativas de una gran profundidad y riqueza. La presencia de lo divino no solo eleva las aventuras de nuestros héroes, sino que también añade capas de complejidad a los dilemas morales y filosóficos que enfrentan, reflejando nuestras propias inquietudes ante lo desconocido.

En estas páginas, dioses benevolentes y malévolos, todopoderosos y caprichosos, tejen el destino de los mundos y sus habitantes con hilos invisibles de influencia. Pero, ¿cómo ha evolucionado la representación de estas deidades a lo largo del tiempo en la literatura de fantasía? Y más importante aún, ¿qué papel juegan dentro de las tramas y la narrativa fantástica?

En este post exploraré el papel de los dioses en la literatura de fantasía y cómo su presencia, algo que explota exclusivamente este género, configura la base de los mundos creados.

La literatura de fantasía: panteón de dioses que configuran los mundos e influyen en las narrativas

La mitología ha sido siempre un manantial del que han bebido sin reservas los titanes de la literatura de fantasía. Al explorar los vastos mundos que crearon, es imposible no percibir el eco de antiguas deidades y mitos resonando a través de sus páginas. Y es que es inevitable que los escritores se inspiren en los diferentes panteones de dioses griegos, romanos, nórdicos o celtas para configurar sus historias y plantear sus mundos.

Un ejemplo evidente de ello lo encontramos con J.R.R. Tolkien el cual nos sumerge en la Tierra Media, donde la sombra de la mitología nórdica se proyecta largamente. Los Ainur, y en particular los Valar y Maiar, pueden verse como una reimaginación de los Aesir y los Vanir, los dioses de la mitología nórdica. Los Ainur, creados por el pensamiento de Eru Ilúvatar, participan en la Música de los Ainur, una armonía que da forma a Arda, el mundo en el que se encuentra la Tierra Media. Esta idea de la creación a través de la música tiene paralelos en cómo los dioses nórdicos dan forma al cosmos a partir del cuerpo del gigante Ymir.

C.S. Lewis, en cambio, nos transporta a Narnia, un lugar donde faunos y centauros coexisten en un bosque sacado de un sueño mitológico greco-romano. Aslan, el león, con su majestuosidad, evoca a Cristo a través de su sacrificio y resurrección para redimir los pecados de otros, reflejando la esencia del amor y el perdón cristianos. Asímismo, su representación es muy similar al león de Nemea, y simboliza poder y protección divina. Ambas figuras resaltan su papel como guía espiritual y rey justo, fusionando simbolismos de invulnerabilidad y redención.

Los dioses de Terry Pratchett en su famosa saga de Mundodisco también se parecen a los dioses de las mitologías griega y nórdica en su comportamiento caprichoso y su interacción juguetona y a veces negligente con los mortales, aunque se presentan con un tono mucho más humorístico y satírico. Y otros, como por ejemplo R’hllor, también conocido como el Señor de la Luz (*Canción de Hielo y Fuego*, George R.R. Martin) comparte varias características con Mitra, una deidad solar venerada en la antigua Persia, incluyendo el dualismo de luz/oscuridad y fuego como elemento sagrado.

Hay otros ejemplos más evidentes como los Endless (The Sandman, Neil Gaiman), los cuales comparten características con varias deidades de la mitología griega y otras mitologías. Por ejemplo, Morfeo, el señor de los sueños, tiene paralelismos con Hypnos y Morfeo de la mitología griega, dioses del sueño y los sueños. Otras cuentan con representaciones más retorcidas como The Dark One (de La rueda del tiempo, Robert Jordan) el cual hace un paralelismo con la figura de Satanás.

Dioses activos y pasivos: la forma en la que los dioses configuran el mundo

En todas estas obras, los dioses pueden tomar desde un rol protagónico hasta un sutil pero poderoso lugar en el trasfondo. En obras como American Gods de Neil Gaiman, los dioses no solo caminan entre nosotros, sino que su lucha por la relevancia y supervivencia teje la trama central. Gaiman nos sumerge en un mundo donde dioses antiguos y nuevos chocan, enfrentándose por la adoración de los mortales en la era moderna. Los dioses aquí son personajes vivos, con deseos, miedos y motivaciones propias, reflejando la complejidad de la naturaleza humana.

Otras obras como El velo juegan con sus dioses otorgándoles un papel complejo que impacta directamente en la trama sin darles un rol de protagonista. Este es el caso de Olare, diosa de la esperanza, que guía a Évelar, un sacerdote maldito y ciego que no es consciente de que participa de una especie de guerra entre dos diosas.

En otras obras sagas épicas como "El Señor de los Anillos" de J.R.R. Tolkien, los Ainur (Valar y Maiar); o la saga Mundodisco de Terry Pratchett con su panteón propio, los dioses se perciben más como fuerzas que moldean el mundo sin afectar de forma evidente sobre el universo. Otros ejemplos incluiría por ejemplo La trilogía de la Primera Ley de Joe Abercrombie donde la presencia de lo divino es sutil, pero profundamente arraigada en el folclore y la cultura. En la obra de Abercrombie, aunque los dioses raramente intervienen directamente en los asuntos humanos, su influencia se puede percibir en las creencias, los conflictos y las motivaciones de los personajes. Esta representación resalta cómo lo divino puede influir en la psique y las acciones humanas sin necesidad de apariciones físicas directas.

Reimaginando a los dioses: las divinidades en la fantasía moderna.

Lo fascinante de la literatura fantástica es lo increíblemente fértil que es su base a la hora de poder jugar y entremezclar características y atributos de los dioses con cualidades modernas, desplazándose más allá de los panteones tradicionalmente explorados de las mitologías griega, nórdica y egipcia, para incorporar y reimaginar peculiaridades de culturas de todo el mundo.

Por ejemplo, Los Dioses de Jade de Fonda Lee presenta un panteón inspirado en las tradiciones asiáticas, ofreciendo una visión fresca y dinámica de lo divino que se aleja de las representaciones occidentales tradicionales. La serie mezcla elementos de fantasía con crimen y artes marciales, situados en un mundo donde los dioses son tan reales como los mortales con los que interactúan.

Autores como Madeline Miller con Circe, Galathea y La Canción de Aquiles han revisado y reimaginado las historias de figuras mitológicas griegas, otorgándoles nuevas profundidades y perspectivas. A través de estas narrativas, los dioses y semidioses de antaño son presentados con complejidades emocionales y motivaciones que resuenan profundamente con el público moderno, ofreciendo una nueva interpretación de sus roles y relaciones.

Algunos autores han optado por crear sus propios panteones y sistemas de creencias, diseñando universos donde lo divino es una construcción completamente original. El Archivo de las Tormentas de Brandon Sanderson es un ejemplo destacado, donde las figuras divinas, como los Heraldos y los spren, son parte integral de la cosmología del mundo, afectando directamente la vida, la política y la magia del universo de la serie.

La expansión y diversificación de lo divino en la literatura de fantasía contemporánea no solo ofrece a los lectores una ventana a culturas y mitologías menos representadas, sino que también enriquece el género con historias que desafían, entretienen y provocan reflexión. Al explorar lo divino a través de estas nuevas lentes, la fantasía moderna continúa su tradición de ser un espacio donde lo imposible se encuentra con lo profundamente humano, invitándonos a imaginar mundos donde los límites de lo divino son tan vastos como la imaginación misma.

Conclusión:

Mientras cerramos este viaje a través de la presencia divina en la literatura de fantasía, nos queda claro que los dioses y seres divinos son mucho más que simples figuras de poder en la literatura de fantasía. Son el reflejo de nuestras luchas más profundas, nuestros anhelos más elevados y nuestros miedos más oscuros. Han evolucionado desde los arquetipos de antiguas mitologías hasta convertirse en entidades complejas que desafían las fronteras de la imaginación, ofreciendo un espejo en el que podemos contemplar la diversidad del pensamiento humano y la riqueza de nuestras culturas.

La literatura de fantasía continúa explorando y expandiendo las narrativas divinas, demostrando que los límites de lo divino son tan infinitos como nuestra capacidad para soñar. En este panteón literario, cada deidad, sea rescatada del olvido de las leyendas o nacida de la chispa de una nueva inspiración, nos invita a reflexionar sobre nuestro lugar en el cosmos y la eterna búsqueda de significado en nuestra existencia.

Así, con cada historia que leemos, los dioses de la fantasía nos recuerdan que la verdadera magia reside en nuestra conexión con lo inexplorado, en el valor para enfrentar lo desconocido, y en el poder de la imaginación para transformar lo imposible en realidades palpables. La literatura de fantasía no es solo un refugio para lo divino; es un templo donde la humanidad y la divinidad se encuentran, dialogan y, juntas, crean el tejido mismo de nuestros mundos soñados.