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NOTA: 10

Un poco de odio, opinión de la obra con la que deberías empezar a leer a Abercrombie

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Un poco de odio, opinión de la obra con la que deberías empezar a leer a Abercrombie

Dicen que leer a Abercrombie es un como hincarle el diente al mismo trozo de carne jugosa y cocinada ligeramente por debajo del punto: la primera vez es una delicia para los sentidos, pero a la quinta empiezas a echar de menos tener a mano una guarnición más variada. En esta reseña os cuento cómo fue mi primer acercamiento a la obra de Abercrombie con Un poco de odio y como lo devoré hasta el final. 

Antes de nada tenéis que saber que Un poco de odio es la primera parte de la trilogía La era de la locura, el cual nos lleva al mundo de La Primera Ley. No es necesario haber leído nada de Abercrombie previamente para poder disfrutar de la lectura de esta obra. 

Argumento de Un Poco de Odio

La guerra en el norte avanza. Mientras, Rikke, la hija del Sabueso huye por su vida en los helados bosques del norte, los ejércitos de Stour Ocaso acometen por fin el sueño de su Rey: dominar de una vez por todas el norte. Todos y cada uno de los bandos están convencidos de que su lucha es justa. Por un lado, Leo dan Brock adolece bajo las órdenes de su madre mientras busca probar su valía en el campo de batalla protegiendo el protectorado; el Gran Lobo, sobrino del Rey del Norte, sólo busca sangre y fuego; e Ykke y su compañera Isern-i-Phail se aprovechan del Ojo Largo de la primera para poder escapar. 

Mientras tanto, el sur mantiene su propia lucha de clases. Y mientras jóvenes como Savine se lucran despiadadamente de las desgracias ajenas, el fuego de la revolución crece en el corazón de los trabajadores oprimidos. 

TODO

Un setting maravilloso,  un abanico de personajes realmente variado. 

Abercrombie no es un autor para todo el mundo. Su mundo es una ciénaga basta y realista donde te sumerges sin saber que sus personajes y elementos pueden llegar a cortarte y dejarte marcas. Y es que lejos de intentar crear un entorno cómodo, cargado de estereotipos y de una visión sesgada y binaria del bien y el mal, Abercrombie nos presenta continuamente a muchachos torpes y jóvenes despiadadas a las que nada les importa. No existe el instinto maternal ni la más mínima empatía entre cada uno de los protagonistas: el norte es duro, y en guerra, todavía más. 

De esta forma, Abercrombie traza un magnífico escenario dividido por razas, culturas y costumbres increíblemente arraigadas. Los territorios dominados por El Sabueso, inspirados en la cultura nórdica y escocesa de intramontañas, son bastos y fríos, jerárquicos y cerrados, donde sus integrantes visten pieles de animales que cubren piezas de cuero y hierro. Sus habitantes, como Isern-i-Phail o Ykke, viven como el Pueblo Libre de las obras de George R.R. Martin: bajo unos principios de honor y lealtad a su libertad. Su forma de comportarse, de moverse y de relacionarse los unos con los otros, chocan de frente contra el Protectorado. Es increíble cómo, estando tan cerca los unos de los otros, Ykke se permita escupir y rascarse como bien le venga en gana cuando Savine, en Adua, no puede ni respirar tranquila.

De esta forma, Abercrombie marca un pronunciado contraste entre los norteños, los del protectorado y los habitantes de Adua. Para ello, por ejemplo, introduce el chagga: una sustancia ficticia que mastican y escupen continuamente Rikke e Isern-i-Phail y que se asemeja al peyote, la resina o el tabaco. 

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Existen pocas bendiciones que no lleven escondida dentro una maldición, y pocas maldiciones sin una pizca de bendición. —Isern cortó una pequeña porción de chagga de un trozo secado—. Igual que casi todo, es cuestión de cómo se mire. 

Ningún personaje es moralmente correcto. Desde los jóvenes revolucionarios que buscan liberar al pueblo de las prohibitivas prácticas de los burgueses, hasta los propios explotadores. Todos ellos tendrán la oportunidad de mostrar sus sombras y sus luces, de mostrar que el poder corrompe incluso a las manos más limpias y que, a menudo, para que haya un verdadero cambio, este debe pagarse con sangre. Es complicado por tanto juzgar a los personajes ya que Un poco de odio te obliga a permanecer como un frío espectador. Rikke se pasa la primera mitad de la novela siendo una niñata que llora; Savine es cínica e incapaz de satisfacer nada más que su ambición económica; Leo dan Brock es guapo, pero bastante tonto: y Stour Ocaso se ha escapado de tus peores pesadillas. 

TODO

Y sin embargo, todos ellos tienen la oportunidad de mostrar bondad, amabilidad y, sobre todo, vulnerabilidad justo en el momento indicado para que el lector los considere creíbles, reales y sobre todo, más cercanos a nosotros mismos de lo que nos gustaría admitir en público. 

Guerreros, influencers y escudos de famosos  

A diferencia de las obras de George R. R. Martin, donde la heráldica juega un papel imprescindible para diferenciar la pertenencia de cada personaje a una casa, en las obras de Abercrombie los guerreros reciben el mismo trato que le damos hoy en día a los influencers o los famosos. Todos conocen sus nombres y sus hazañas y su valía se mide en la cantidad de tiempo que han pasado dentro del círculo o la cantidad de cicatrices que puedan lucir. 

En ese sentido, la reputación es lo más importante para los norteños en Un poco de odio. Los jóvenes aspiran a ser como sus antecesores y a fraguarse su propia leyenda y sus propias canciones. En ese sentido, Abercrombie marca una línea divisoria entre la temeridad irreflexiva de jóvenes como Stour Ocaso o Leo dan Brock, que solo buscan la fama y la gloria, y la sabiduría calmada y paciente con la que los hombres mayores que ellos buscan gobernar los territorios.  

Un ejemplo realmente claro está en los ejércitos invasores, donde Stour Ocaso se dedica a prender fuego a todos los pueblos y ciudades que encuentra a pesar de que eso creará un territorio yermo e ingobernable para su Rey y su padre.  

Al mismo tiempo, la obra está cargada de misticismo. La presencia de los magos en las sombras es todavía más inquietante que la de los propios inquisidores, a los que el propio autor te permite conocer desde dentro. Otro ejemplo es Valint y Balk, una banca misteriosa que aparece prácticamente a lo largo de toda la novela nombrada por diferentes personajes y de la que lo único que sabremos es que sus préstamos y condiciones suelen ser muy abusivos. 

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—Hemos dado grandes pasos, lady Savine, en parte gracias a los generosos préstamos de la Banca Valint & Balk. Han abierto hace poco una nueva filial en Valbeck, ¿lo sabíais? —Sacudió la cabeza y luego empezó a adormilarse de nuevo—. Deberíais visitar… la parte nueva de la ciudad. 

Feminismo, apoyo a las relaciones LGTB y otras ideas escondidas 

A pesar de estar ambientado en un ficticio escenario medieval, la obra de Abercrombie esconde dentro de sus personajes y de sus potentes diálogos verdaderas perlas políticas. No es de extrañar que en este tipo de ambientes, las mujeres, siempre tan menospreciadas, hayan tenido que buscarse la forma de protegerse a sí mismas y de ayudarse las unas a las otras. 

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Juraría que recibo más veneno incluso que mi padre. Me ha hecho darme cuenta de que solo hay una cosa que los hombres odien más que a otros hombres. 

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—¿Y cuál es? —preguntó la señora Vallimir. 

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—A las mujeres. 

La posición de las mujeres y los temas en boga en el feminismo contemporáneo aparecen continuamente reflejados en la obra. Desde la lucha contra el heteropatriarcado hasta la necesidad de las mujeres contra la violencia de los hombres o incluso el tema de la prostitución forzada en países subdesarrollados o en situaciones de indefensión. 

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Era así como había terminado metiéndose a puta, en un principio. Nadie la había obligado, no exactamente. Era solo que elegir entre ser puta y pasar hambre no era una decisión en absoluto. 

La variedad de ideas y de personajes de Abercrombie nos permite tener, por ejemplo, a un personaje con unos ideales de amistad y de lealtad como Leo dan Brock que se acercan mucho a los nuestros, y que sin embargo es un homófobo de pies a cabeza. Savine empleará la sexualización velada que los hombres hacen de su cuerpo para aplastarlos, mientras que Isern-i-Phail escogerá dejar de sentir para evitar que le hagan daño. 

Algo similar hará al introducir una crítica velada a las grandes compañías como Nike o Inditex que emplean mano de obra infantil para abaratar costes en la producción. Un poco de odio te permitirá descender hasta los rincones de las fábricas donde duermen los niños y cómo los propios dueños de las mismas solo se preocupan por la rentabilidad que le sacan a jóvenes a los que prácticamente no tienen que pagarles nada. 

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—Si hay una mercancía que Valbeck posee en abundancia —le gritó Vallimir al oído— son los niños huérfanos y abandonados. Indigentes, que solo suponen una carga para el estado. Aquí les proporcionamos una ocupación útil. —Compuso una ancha sonrisa—. Bienvenida...al futuro. 

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[...]

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Debería haber sido un espectáculo que partiera el corazón. Pero en los negocios no había lugar para los corazones. Por lo menos, para los fáciles de partir. 

Repugnante y asquerosa revolución industrial

Si la mitad de la narración se centra en la lucha cuerpo a cuerpo en un campo de batalla, la otra mitad de la guerra ocurre en Adua, en plena revolución industrial. Allí, el autor hace un magnífico trabajo reflejando las pésimas condiciones de vida en la que se mantienen los trabajadores, compartiendo habitaciones atestadas de gente (seis o siete en el mismo rincón) y donde unas pocas monedas más al día te permiten alquilar un rincón suficientemente alejado de las inundaciones. 

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Caminaba como si la calle le perteneciera, y de hecho era dueña de cinco casas semiderruidas que se alzaban más abajo, abarrotadas hasta sus podridas vigas de refugiados gurkos que pagaban el doble del arriendo habitual. 

La completa ausencia de estudios o la falta de cualificación en los hombres y mujeres que buscan trabajo hacen que se les trate como a un simple número y se los emplee por el mínimo sueldo posible. La novela retrata maravillosamente bien escenas en las que los hombres hacen cola para conseguir un trabajo por un día sin que importe ni siquiera su identidad o de dónde vengan. 

En un entorno con tal descontrol y ausencia de oportunidades para vivir una vida digna, es normal que haya una ausencia total de seguridad. Ahí es donde empiezan a fraguarse los movimientos revolucionarios los cuales giran alrededor de figuras carismáticas que a menudo pecan de ser extremadamente populistas y favorecer el descontrol violento de la población. La obra se inspira y recorre maravillosamente bien una revuelta de la magnitud de la Revolución Francesa, sacrificando a los grandes líderes carismáticos para ofrecernos la visión del pueblo oprimido por un lado, de los inquisidores por el otro y de la “nobleza” oprimida. 

Spoiler en el siguiente párrafo. Sáltatelo si no quieres que te desvelemos parte del argumento. 

En ese sentido es maravillosa la forma con la que Abercrombie rebaja la figura de Savine de una diosa intocable, inspirada sin lugar a dudas en la imagen que el pueblo tenía de María Antonieta, a la de una mortal como cualquiera del resto. Savine es un personaje fascinante, que se opone en todos los sentidos a la honestidad salvaje e implacable de Rikke. Sin embargo, también es una mujer superficial, práctica, fría y falsa: no lleva pelucas carísimas y vestidos que podrían comprar un condado porque sea vanidosa, sino porque es la mejor forma de que el resto la traten con la dignidad que ella cree merecer. 

TODO

Su paso por la revolución no solo nos permite ver cómo el poder en manos del pueblo, poco cualificado y sin un objetivo claro, se corrompe hasta alcanzar una escala de violencia realmente peligrosa, sino el hecho de que ella misma no es intocable y que su dinero, al que trata como a un dios en el que debe encomendarse, no puede protegerla de todo. Y ahí está la gracia, porque capítulos antes habías visto a Savine tolerar la mano de obra esclava e infantil para sacarle beneficio a sus fábricas textiles, por lo que estás deseando que pague por sus crímenes en manos de la revolución. Y sin embargo, conforme ves el estado de indefensión y humillación en el que se encuentra, y el continuo peligro que afronta simplemente por estar viva, te apiadas de ella y deseas que alguien la encuentre… y la salve. 

Tras esta terrible experiencia cualquiera esperaría que Savine cambiase, que se volviese más empática o que al menos comprendiese parte de los motivos que han llevado a los trabajadores a revelarse, pero solo la hace más despiadada todavía. 

La conclusión de esta primera parte de la trilogía de Abercrombie no puede ser más desesperanzadora para todos los bandos. El Norte será siempre atacado, el pueblo oprimido, los ricos siempre vencerán y el amor, cuando lo encuentres, siempre llevará consigo una trampa mortal. 

Mi opinión sobre Un poco de odio 

Si tenéis Un poco de odio en edición física y le dais la vuelta a la portada, veréis que en mi blurb digo que es una novela que deja ardiendo y helada al mismo tiempo. Arde como las ascuas que tomas con las manos vacías, ya que no tiene un solo capítulo en el que la acción no te persiga, te muerda, se encadene con un nuevo obstáculo y vuelva a elevarte varios palmos más como lectora. Los personajes son maravillosos, la guerra está magníficamente bien representada y temes en cada página que acaben con tus personajes favoritos. 

Pero al mismo tiempo es una obra aterradora. Capaz de presentarte la maldad y el cinismo de los humanos, la corrupción y el tormento al que son capaces de llegar sin demasiados traspiés ni problemas. La sensación no es agradable, eso está claro. Por eso es tan magnífico este libro. 

Por eso, para mí, es lo mejor que he leído de fantasía en los últimos cinco años. 

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