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Todos los pájaros del cielo, reseña de la ganadora del Locus y Nébula 2017

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Todos los pájaros del cielo, reseña de la ganadora del Locus y Nébula 2017

Todos los pájaros del cielo es la primera obra de Charlie Jane Anders y la aclamada ganadora de premio Locus y Nebula 2017. Dividida en cuatro partes muy diferenciadas, la obra es una enorme metáfora de la lucha entre la magia / naturaleza y la ciencia y cómo ambos mundos pueden reconciliarse a través del poder del amor. 

De esta forma iremos acompañando a Patricia, una joven bruja incomprendida por su familia y sus amigos; y Laurence, científico en ciernes, desde que son adolescentes hasta que se convierten en adultos y el destino vuelve a ponerlos el uno delante del otro. 

Argumento de Todos los pájaros del cielo 

Patricia es diferente al resto de las niñas. Lo sabe desde que un día, muy pequeña, salvó a un pequeño pajarito de las manos de su desagradable hermana, la cual quería atarlo a un cohete y demostrarle que “podía hacerlo volar”. Entre las manos de Patricia, el pajarito le explicó que esta es especial, que es una bruja capaz de hablar con los animales, y que tiene un don que nadie comprenderá.  

Como si sus palabras fueran proféticas, Patricia crecerá sin amigos ni una familia que le apoye mientras en su instituto cualquier alumno que se precie hará turnos para hacerle la vida imposible. 

Al mismo tiempo, Larry (Laurence para los amigos), es un joven prodigio de la ciencia avergonzado por la mediocridad de sus padres y obsesionado con su superioridad moral. Como a Patricia, los chicos del instituto se ceban con Laurence. 

Cuando se conocen, deciden ver en el otro un refugio para tanta crueldad; aunque su amistad esté condenada en el fracaso: aunque una abogue por salvar el mundo, y el otro por destruirlo. 

De torturas, bullying y acertijos del pasado 

Todos los pájaros del cielo se divide en cuatro partes muy diferenciadas. Y es bastante evidente que la primera es la mejor. La construcción de la personalidad de ambos protagonistas por parte de Charlie Jane Anders es más que acertada, creando en Patricia a la joven adolescente con la que cualquier chica podría identificarse y en Laurence al geek de turno capaz de realizar verdaderos prodigios científicos. Ambos cuentan con una maravillosa gama de claroscuros de forma que ninguno de los dos es completamente bueno o malo, y donde a pesar de las auténticas barbaridades por las que pasan la autora no cae en la trampa de categorizarlos como víctimas completas.  

Laurence es el perfecto ejemplo de esto. Cuando las cosas se ponen feas para Patricia, este directamente decide desaparecer para salvaguardar su propia integridad y se consuela a sí mismo creyendo que es mejor que el resto por no reírse de los chistes que en el instituto hacen de ella. De esta forma, Charlie Jane Anders crea dos personajes increíblemente dotados a los que rebaja a la situación de animales acorralados, demostrando que cuando la cosa se pone realmente fea y nuestra supervivencia corre peligro, la ética y moral desaparecen drásticamente si a cambio podemos vivir en relativa paz. 

TODO

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La relación entre Laurence y Patricia es sin duda parte del pilar que hace de esta novela algo interesante para leer ya que la autora evita caer en el estereotipo de “dos marginados que se salvan mutuamente” al permitir demostrar continuamente el egoísmo y clasismo que hacen de Laurence alguien repelente para el resto y la lucha desesperada de Patricia por encontrar su propia fuerza y sentirse genuinamente querida. 

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Volvieron. en aquella ocasión no se cogieron de la mano, como si el chasco de la expedición los hubiera separado. Patricia resbaló y cayó sobre una rodilla; se rasgó la media y se raspó la piel. Laurence se agachó para ayudarla, pero ella negó con la cabeza y se levantó sola. 

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Era una metáfora de su relación con Laurence, pensó Patricia entonces. La apoyaba y era amigo suyo siempre que algo pareciera una gran aventura, pero en el momento en que se llegaba a un punto muerto o las cosas se hacían más raras de lo esperado, se apartaba. Nunca sabía con qué Laurence se iba a encontrar. No se podía contar con él, se dijo. No se podía, y tenía que asumirlo sin más. 

Magia tramposa, novelas juveniles y djinns del pasado. 

Es complicado englobar esta novela en un género. Por un lado la primera parte cuenta con una narración fuertemente influenciada en la literatura fantástica juvenil. La forma con la que los personajes se comunican y cómo se se desarrolla el ritmo narrativo y las descripciones es rápida, sencilla y bastante accesible a cualquiera. 

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— A mí me gustaría hacerme invisible —dijo Laurence—. O tal vez convertirme en cambiaformas. Ser cambiaformas tiene que molarlo todo. A no ser que se me olvidara el aspecto que se supone que tengo que tener y no pudiera recuperar mi forma original en la vida. Eso sería un asco.

Pero a partir del libro dos, esto cambia radicalmente. La obra, que empieza a introducir tintes de ciencia ficción, complica su lenguaje, sus escenas y su narrativa hasta el punto en el que de pronto, descubres que estás leyendo un libro más adecuado para el público adulto que para un adolescente. Estas se entremezclan de complejas declaraciones sobre la forma con la funciona la sociedad por parte de algunos personajes, disquisiciones sobre la necesidad de la ética y el papel del hombre sobre la tierra y continuos saltos y explicaciones sobre el funcionamiento de máquinas interdimensionales demasiado complejas para la mente de un joven lector. 

En ese sentido, Charlie Jane Anders da muy poca información sobre las reglas o el funcionamiento tanto de las máquinas con las que opera Laurence e Isobel como de la magia de Patricia y el resto de brujos. Sobre esta última, intenta evitar los clichés de la magia blanca y negra dividiéndola en “curativa” y “tramposa” y dando a entender que ambas sirven tanto para hacer el bien como el mal (a veces Patricia explica que puedes “curar” un viento hasta generar una tormenta, pero no se explaya sobre las reglas, limitaciones o lo que debes dar a cambio de tal prodigio). 

La magia tramposa, sin embargo, viene de un concepto tan antiguo como Las mil y una noches y responde al principio de que detrás de cada deseo, siempre hay una trampa que haga que te arrepientas de usar la magia. En algunos de los cuentos que Sherezade le cuenta al sultán, aparece la figura del genio o djinn: un ser omnipotente que te concede tres deseos que, al final, acaban volviéndose directamente contra ti. De esta manera, Charlie Jane Anders toma la premisa de que detrás de cada acción mágica hay una trampa, pero estas reglas parecen aplicarse de forma muy puntual en la obra y sin embargo vemos continuamente a Patricia lanzar todo tipo de hechizos y maldiciones (presuponemos que usando magia curativa) sin que haya ningún tipo de consecuencia. 

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Saltos al futuro de dos segundos y personajes poco importantes

Esta es la primera obra de Charlie Jane Anders… y se nota. Es inevitable conforme terminas de leer el libro primero percibir que estás en un terreno poco cómodo para la autora. A caballo entre la novela fantástica juvenil y una pseudo ciencia ficción (no existen tesis, explicaciones ni razonamientos lógicos para los grandes inventos de Laurence), la obra parece ir dando saltos al futuro y al pasado conforme se le va ocurriendo a la autora, sin demasiado orden ni concierto. 

De esta forma, intenta ofrecernos una ventana a las vidas paralelas de Patricia como adulta y de Laurence y nos introduce a un puñado de personajes secundarios que en realidad poco o nada aportan a la trama y sirven, más que nada, para crear un contexto convincente. De esta forma, Serafina, la preciosa mujer de Laurence, no parece tener ideas propias ni su propio carácter y su presencia en la obra es simplemente un punto de apoyo para que Charlie Jane Anders nos recuerde que Laurence no ha superado su complejo de inferioridad del pasado. 

Con Patricia pasará algo similar. Cuando nos presentan su vida como adulta nos hablarán de gente con la que ella se siente en deuda, como es el politoxicómano al que quiere ayudar y que desaparece de la obra en cuanto cumple su función de mostrarnos que Patricia sigue siendo una buena persona. El resto de personajes secundarios de la obra no tienen voz, de forma que se perciben como muñecos de cáscara vacía o peones en un tablero de ajedrez cuya única función es hacer lucir a Patricia y a Laurence como verdaderos héroes de la obra. 

TODO

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Esto llega a ser tan exagerado que la muerte / desaparición o las escenas de drama con personajes secundarios llegan a ser inefectivas porque no has podido empatizar con personajes como Kawashima, Dorothea, Patty, etc. por ninguna de ambas partes y precisamente por ello las reacciones exageradas de los protagonistas llegan a ser poco convincentes porque no te han dado un contexto real y cargado de emociones a pesar de que uno de los pilares de la obra estriba en el hecho de que acompañas a los personajes en su etapa de transformación de adolescentes a adultos. 

La coherencia argumental también está cogida con palillos y es importante para poder disfrutar de la obra hacerlo desde una perspectiva fría y alejada y no intentar empatizar demasiado con lo que lees. De la sublime presentación de la situación del bullying escolar y el clímax que acompaña al final del libro primero poco queda en las siguientes partes. Los personajes que rodean a Patricia hablan continuamente del “Engrandecimiento” y del peligro que Patricia corre si no se anda con cuidado y le recuerdan lo ocurrido en Siberia, pero cuando somos testigos de tan terrible suceso, al no tener claras las normas éticas y morales de la comunidad de brujos no se entiende realmente dónde está el drama en la estupidez cometida por Patricia y el resto. Y, de nuevo, no nos ofrecen suficiente contexto de la relación entre Patricia y el grupo con el que va a Siberia como para lamentar los resultados de la misma (o comprender por qué ella se culpa tanto).

Y es que la obra recoge una enorme cantidad de buenas ideas maravillosamente explotables con un poco de tiempo y de la planificación de mano y que se quedan simplemente en meras anécdotas. Desde una máquina del tiempo que te permite saltar al futuro dos segundos (y que la mente analítica de Laurence no explota para sacarle más juego, cuando hay obras como Steins Gate 0 cuya única premisa es el hecho de poder enviar mensajes al pasado), hasta Peregrino, la inteligencia artificial capaz de desarrollar un razonamiento similar al de los humanos, el debate entre Patricia y Laurence sobre si tiene sentido que los cuervos debatan de ética, etc. Todas esas maravillosas ideas se diluyen al momento entre decenas de conceptos extraños y poco explicados: cambios de gravedad, saltos a nuevas dimensiones, robots cartoon con emociones y dispositivos Caddy que hacen tu vida más fácil. 

Acercamientos feministas y detalles del pasado. 

Hay muchos detalles feministas en la obra y, aunque me ha sorprendido enormemente el hecho de que Patricia sea una cis heterosexual con algún besito inocente de por medio de forma totalmente injustificada, hay que reconocer que Charlie Jane Anders ha sabido introducir de forma inteligente un detalle bastante interesante: el hecho de que Patricia no se depile y Laurence sí. 

A pesar de ello, sí que podemos ver en el pasado adolescente de ambos personajes cómo los estereotipos saltan a la página cuando la autora se toma las molestias de describirnos la obsesión de Laurence por masturbarse cada noche cuando se aburre, mientras que Patricia, como la dama que se espera que sea, no muestra ningún tipo de interés sexual por nadie que no sea su caballero de brillante armadura. 

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Al fin llegó la pizza, justo cuando Laurence necesitaba algo para distraer a Serafina del hecho de que, pese a todas sus resoluciones, se estaba comportando como un imbécil y había caído en el mansplaining. 

Saltos, peregrinos y una opinión dispar. Mi experiencia leyendo Todos los pájaros del cielo 

Qué difícil está siendo esta reseña. Casi tanto como la lectura de este libro, puedo llegar a predecir. Y es que tengo que confesar que me encuentro muy dividida a la hora de hablar de Charlie Jane Anders. No hay duda de que la primera parte de la obra, cuando Patricia y Laurence no son más que niños a los que les ocurren todo tipo de cosas horribles y sobreviven en hogares disfuncionales mientras sufren bullying a diario es sin duda maravilloso. Muchos de los relatos que ahí me encontré me recordaron a una de las mejores novelas de fantasía satánica que he leído, llegando a engancharme hasta tal punto que la presencia de Theodolphus (un asesino en serie salido de un videojuego de los noventa bastante mal planteado e incrustado en la historia) ni siquiera me molestaba. 

Pero no puedo decir lo mismo de la tercera y cuarta parte. Mientras navegaba entre saltos sin sentido, me di cuenta de que la mitad de lo que le ocurría a Patricia y a Laurence parecía colocado sin orden o concierto, de forma que la autora no se tomaba las molestias de anticiparte para los sucesos más dramáticos de la obra los cuales, sin lugar a dudas, tendrían que haber generado una reacción en el lector. 

SPOILER a partir de esta parte 

Cosas como la la supuesta reconciliación con los padres de Patricia antes de que estos murieran y que no tuvieron presencia en toda la obra como para poder afectar su pérdida. De Toby no sabemos nada, y de hecho su supuesta amistad con Patricia se resume en dos páginas genéricas de encuentros en grupo, por lo que la reacción desmesuradamente culpable y triste de la bruja, después de habernos dicho que nunca tuvo amigos en la academia, se hace incomprensible.  

Nos contarán que por culpa de la metedura de pata de Patricia se libera tal cantidad de metano que genera un cambio climático prematuro, pero a lo largo de toda la obra no se hace referencia a esto (altas temperaturas, movimientos migratorios, deshielo en el norte) hasta que necesita sacarlo a colación por necesidades argumentales. Y esto pasa continuamente, generando un deus ex machina tras otro para justificar decisiones que, en mi opinión, tendrían que haberse trabajado más para aportar coherencia en la obra. 

Esto, sumado a la mezcla de tonos hace que me resulte raro saber a quién recomendárselo. Definitivamente, a alguien que quiera pasar un buen rato sin darle demasiadas vueltas porque… si no, se te irán todos los pájaros al cielo. 

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