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Otra vez esa sensación es una novela romántica entre una prostituta y un policía

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Otra vez esa sensación es una novela romántica entre una prostituta y un policía

Argumento de Otra vez esa sensación

Clara vive en un pequeño piso en Madrid sin muchos amigos ni nadie con quien hablar. Eso es porque en realidad Clara esconde un terrible secreto: debido a su doloroso pasado y a su situación económica, se ha visto forzada a prostituirse. Cada noche, Clara se transforma en Jennifer, se pone la peluca rubia y unos tacones y se marcha al Dating, donde un proxeneta la humilla y la explota.

Sin embargo, su vida cambiará radicalmente cuando conozca a Israel: un joven policía con cambios de temperamento que sentirá inmediatamente una potente conexión con ella.

Una novela de romance ambientada en el mundo de la prostitución

Paloma Pérez (la autora) ha tenido el valor de ambientar su historia de amor en el profundo y oscuro mundo de la prostitución forzosa. Lejos del glamour y la profesión escogida por el dinero que nos muestran series como Secret Diary of a Call Girl, Otra vez esa sensación te muestra de una forma no explícita el oscuro agujero de la depresión y la desesperación en el que acaban las mujeres que se ven obligadas a vender su cuerpo para poder sobrevivir.

El libro, como la mayor parte de las historias de su género, nos va mostrando el punto de vista alterno entre la protagonista femenina: Clara; y el hombre que se convertirá en sus obsesiones más optimistas: Israel. En ese sentido, Paloma Pérez hace un gran esfuerzo a la hora de construir dos personalidades completamente diferentes que narran los eventos tal y como los viven en primera persona, mostrándonos una perspectiva privilegiada al interior de sus cabezas y de sus días.  

Al mismo tiempo, para permitirnos conocer mejor el background de ambos protagonistas, Otra vez esa sensación irá realizando saltos en el tiempo, permitiéndonos descubrir quién era Clara en su adolescencia y los motivos del tremendo trauma que impide que Israel se enamore de ninguna mujer.

La construcción de los personajes está trabajada, pero podría ser mejor

Clara es una protagonista simplemente sobresaliente. Para poder sobrellevar la decisión de prostituirse, se pone una peluca rubia que la enmascara tras un nombre ficticio. Este desdoblamiento de personalidad es una técnica que emplean a menudo las personas que viven bajo el estrés de un trauma o de una vida que no quieren. Al mismo tiempo, Clara le echa siempre la culpa a sus padres de su vida actual, intentando protegerse de las decisiones que ha tomado.

Todo esto, sumado al hecho de que se trata de una protagonista con miedos, debilidades y sobre todo, con manías y gestos recurrentes (como meterse en la ducha y sujetarse las rodillas cuando ha tenido un mal día o salir a correr por el parque), la convierten en un personaje creíble, coherente y muy bien referenciado.

A su alrededor está Katherina, una mujer rumana que se encuentra en situación de desamparo y que esconde detrás de su inquebrantable optimismo y fortaleza un corazón débil y suave, poniendo el dedo en la llaga sobre el tema de la trata de blancas y la cara de las personas que han sido forzadas a prostituirse.

Los personajes masculinos, sin embargo, son menos creíbles. Israel es un hombre entrado en los treinta con verdaderos problemas para contener su genio y con un rencor enormemente exaltado contra una joven de la que se enamoró siendo adolescente. Su compañero, Víctor, que en ciertos momentos parece el lúcido del equipo, simplemente está ahí como sidekick para animar un poco el ambiente con chistes; mientras que a Ramiro López le faltan capas de profundidad.

Es cierto que hay un poderoso intento de convertir a Israel en alguien muy deseable (describiendo su físico y su relación con el siempre adorable perrito Simba), pero sus cambios de humor y su forma de faltarle el respeto a todo el que lo rodea hacen saltar todas nuestras alarmas. Cuidado Clara, no salgas de Guatemala para meterte en Guatepeor.

El que sí que es un personaje sucio, complejo y muy interesante es Amadeo. Amadeo, al que no se describe físicamente hasta bien entrada la novela, es un hombre repugnante, posesivo y con un comportamiento territorial que considera a las mujeres como simples objetos y trozos de carne y al que percibes como peligroso desde el primer segundo incluso aunque nunca llegues a verle golpear a nadie.  

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Amadeo se queda muy cerca de Jennifer mientras ella le sostiene la mirada. Él levanta su mano y comienza a tocarle un pecho. Ella siente asco, desearía escupirle, gritarle que es un hijo de puta y marcharse de ese lugar para siempre. Sin embargo, acepta la vida que ha elegido. No sonríe. Sería incapaz de hacerlo, pero con calma y frialdad le quita la mano para intentar zafarse de él. ?¡Ni se te ocurra rechazarme! Yo te toco lo que a mí me dé la gana —Amadeo se enfada aprieta con fuerza la cara de Jennifer entre sus manos, le muerde el labio y se acerca a su oído— Quítate el abrigo y vete a mi habitación. Hoy, empiezas tu noche conmigo.  

Una ambientación de prostíbulo sin escenas explícitas de sexo

Sin lugar a dudas, una de las mejores partes de Otra vez esa sensación es el ambiente del prostíbulo que crea. La autora muestra el sufrimiento de mujeres que tienen demasiado miedo como para denunciar su situación a las autoridades o que se ven forzadas a “contonearse” delante de los clientes para animarles a beber alcohol y luego subir a una habitación a que terminen sus asuntos.  

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A lo largo de esos años, Jennifer ha aprendido a saber cuál es su lugar. Ella es un mero objeto sexual, su cometido es satisfacer las necesidades de cada hombre, que entra en aquel puticlub. Pero ella no tiene ojos y, mucho menos, oídos. Todo lo que ve o escucha en el Dating queda entre aquellas paredes. Ha llegado a ver a políticos, importantes empresarios, actores y hasta gente, que jamás alguien podría imaginar que frecuentara un sitio como el Dating. Sin embargo, eso a ella no le importa lo más mínimo.

En ese sentido, se nota una profunda documentación por parte de Paloma Pérez, que habla de clientes recurrentes, favores a la policía, los turnos y la forma de rotar de las chicas o incluso de la manera de proceder de los chulos. El Dating y todo lo que sucede alrededor de Clara, Katherina y Amadeo es particularmente interesante y le da una chispa nueva desconocida hasta el momento en el género.

Es cierto que podrían haberse tocado más a fondo temas como la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, el ritual de la ducha o incluso el servicio de limpieza de las habitaciones, pero tampoco lo echas en falta cuando la propia Jennifer te aclara que “siempre llevaba ropa de repuesto en el bolso porque había clientes a los que les gustaba rompérsela”.

Sin embargo, Paloma Pérez decide deliberadamente no mostrar sexo explícito en su libro, alejándose del género de la erótica. No le hace falta en realidad para describir si la experiencia fue agradable, romántica y positiva (centrándose en los momentos en los que ella se despierta a su lado) o el más terrible de los infiernos, describiéndonos con todo lujo de detalles la reacción emocional hacia esa elipsis sexual que, personalmente, tampoco he echado excesivamente en falta.

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Jennifer vuelve a casa echa un mar de lágrimas. El tío ese es un asqueroso, un bruto. Le ha hecho daño, tenía la mano muy larga. La había azotado con fuerza mientras abusaba de ella, la había atado, le había obligado a lo peor. Era asqueroso. Lo odiaba con toda su fuerza. Otra vez esa sensación.“¡Qué hijo de puta!”.

La investigación policial, sin embargo, flojea mucho más.

Israel y Víctor son los policías encargados de investigar si en el Dating hay algún asunto turbio. Una investigación que les entrega desde el primer momento el comisario Ramiro López al cual rápidamente se le ven las intenciones por cerrar el caso, haciendo que inmediatamente te preguntes por qué se la encargó en un primer momento.

Los policías hacen una redada y no encuentran realmente nada por lo que acusar a Amadeo (a pesar de que tenía a Katherina, una indocumentada sin papeles, trabajando allí y a que yo me apostaría mi nómina a que ninguna de esas mujeres tenía contrato laboral y que el señor no declaraba lo que ganaba a Hacienda…).

Después de esta primera redada, Israel mantiene el caso simplemente bajo la intuición de que “hay algo más” pero en ningún momento realiza investigaciones policiales que no sean sentarse frente a su ordenador o ir de vez en cuando a tomar copas al local (y, de paso, echarle miraditas a Jennifer). De pronto aparece un señor de la embajada que dice tener información de un hombre acusado de trata de blancas. La pista es tan transparente que sorprende los pocos mecanismos policiales que emplean para conseguir descubrir a Amadeo (desde pincharle el teléfono hasta la policía informática, etc.). Al caso le hubiera venido muy bien nombres propios de la mafia rumana, un par de pistas por el medio y más de dos víctimas para que todo se hubiera sostenido mejor.

Una portada llamativa que enmascara una edición con algunos errores.

La portada de Otra vez esa sensación es muy atractiva a la hora de mostrarnos los tacones rojos de una joven en unas escaleras. Sin embargo, hemos encontrado algunas faltas de ortografía y de edición en el interior del libro que se suelen dar en autopublicaciones y que en nada impiden disfrutar del libro (pequeñas erratas o mal uso de las comillas para mostrar pensamientos).

Nuestra opinión sobre Otra vez esa sensación

Personalmente, creo que si la novela solo hubiera mostrado el punto de vista de Clara, habría ganado en frescura, en calidad y sobre todo, habría planteado la incógnita de si Israel es un tipo tan de fiar como dice o si solo se acerca a Clara para obtener información privilegiada sobre el Dating. Y es que cuando empecé a leer Otra vez esa sensación me dije a mí misma: « ¡Oye! Esto es muy interesante. Nunca había leído una novela que recogiese tan bien la psique de una prostituta». Clara es fascinante, su forma de comportarse es coherente en todo momento y lo que más me ha gustado es la gran cantidad de vueltas que la autora, Paloma Pérez, ha puesto en analizar las costumbres de alguien como ella: desde cómo engañar a sus vecinos, hasta la profunda amistad que tiene con Katherina.

En ese sentido Katherina también me pareció un personaje complejo y muy interesante. Puede tener sus altibajos, pero siempre es coherente con la imagen que da y que muestra. Pero Israel simplemente me parece desequilibrado. Durante la primera parte de la novela te anticipa continuamente que su primer amor hizo algo que le impidió volver a enamorarse nunca a pesar de su atractivo, pero cuando descubres que solamente fueron unos cuernos de una chica de diecisiete años, el caso se te desmonta un poco (especialmente si lo comparamos con dramas de otros protas masculinos de novelas del género como Kyland, Una noche y nada más o La venganza de Ramsay). Sin embargo en cuanto empiezas a conocer a Israel te das cuenta de que este tienda a… reaccionar de forma exagerada por cualquier situación.

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“¡Qué hija de puta!”. Israel vuelve a repetir esas palabras cada vez que se acuerda de ella. “¡Cómo es posible querer tanto a alguien y pasar a odiarla de esa manera!”. Le gustaría no acordarse de ella, enterrarla en su memoria y no volver a recordarla jamás, pero no puede evitarlo. Silvia era mala persona, era de esas que sonríen y hablan con vocecilla alegre queriendo parecer simpáticas, creyéndose la persona más divertida del mundo

Llega un punto en el que las rupturas con Clara, las aceleradas declaraciones de amor eterno y los lapsos de tiempo que pasan el uno lejos del otro de forma recurrente hacen que la trama de la novela se haga mucho más lenta en la tercera parte y sea más costosa de llevar.

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Sí. En pasado. Te quería. Te quise como jamás he querido a nadie en toda mi puta vida. Nunca habría soportado estar con una prostituta, ¡nunca! Y contigo lo hice porque, por mucho dolor que me causara, lo único que quería era estar contigo. ¡Verte feliz y sacarte de esa mierda! Ahora no. Ya no te quiero. No puedo querer a alguien que me ha traicionado. Adiós —dice Israel bajando por las escaleras, dejando a Jennifer completamente aturdida.

Sin embargo, creo que la novela cuenta con las dosis de drama suficientes que el público al que le gusta el género adorará, y que sin lugar a dudas, Paloma Pérez ha sabido describir muy bien el ambiente que ofrece el Dating la vida como una prostituta. Sin duda, el talento para la escritura está ahí y nosotros no nos perderemos, por nada del mundo, su siguiente obra.


Gracias a Georgia de Promoción de Libros y su maravilloso equipo por cedernos esta obra para hacer la #momokoreseña

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