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Laura Dean me ha vuelto a dejar, opinión de una novela gráfica sobre poliamor y orgullo queer

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Laura Dean me ha vuelto a dejar, opinión de una novela gráfica sobre poliamor y orgullo queer

Laura Dean me ha vuelto a dejar es una ventana a la vida de una adolescente atrapada en una relación tóxica. Freddy es una joven de ascendencia asiática enamorada de la chica más guapa del instituto. Por ella es capaz de hacer cualquier cosa: sacrificar su estabilidad emocional, su idea de una relación o incluso a sus amigos.

Argumento de Laura Dean me ha vuelto a dejar 

Freddy no lo está pasando bien. Es cierto que tiene una amiga del alma, una pandilla estupenda y un trabajo con compañeros maravillosos. Sin embargo, su novia, la jovencísima y guapa Laura Dean, continuamente está rompiendo con ella. 

Freddy se siente atrapada entre lo que ella espera de su relación (una novia cariñosa, que quiera pasar el tiempo con ella y que la priorice ante todo) y lo que Laura Dean está dispuesta a darle. Desesperada, después de haber agotado la tolerancia y la paciencia de escuchar sus quejas por parte de sus amigos, decide acudir a cualquier sitio donde puedan darle consejos que le ayude a sobrellevar su relación polígama. No importa quién pueda tener las respuestas: Freddy no parará hasta acabar para siempre al lado de Laura Dean. 


TODO

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Egoísmo adolescente, orgullo queer y temas maravillosos. 

Laura Dean me ha vuelto a dejar es una novela gráfica que sorprende. Desde su maravillosa portada rosa que destila orgullo y normalización queer por todas partes hasta el dibujo que te encontrarás en su interior, cada segundo que pasas en sus páginas es simplemente maravilloso. 

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Pero lo realmente increíble de esta obra es cómo consigue crear un ecosistema o ambientar una historia en un entorno abiertamente queer, donde las relaciones LGTBIQ+ están completamente normalizadas. Desde la propia Freddy, que se declara en la primera escena lesbiana hasta la actitud de los padres y de la gente que le rodea, todo el setting que han planteado Mariko Tamaki y Rosemary Valero-O’Connell muestra una sociedad abierta con la libertad de género, la sexualidad y la expresión. La familia de Freddy no se involucra en las relaciones de su hija, sus dos amigos salen de forma pública e incluso esta trabaja en una hamburguesería donde los diferentes platos llevan el nombre de grandes artistas o activistas LGTBIQ+. El contexto muestra un mundo tan normalizado que incluso hablan de una compañera que fue rechazada por sus padres al salir del armario como algo que solo ocurría en el pasado y la homofobia son pequeñas perlas secundarias que ni siquiera el instituto tolera. 

Y esto es simplemente genial. Es genial porque por fin nos encontramos con un drama adolescente que se sale del heteropatriarcado, donde ni las mujeres son víctimas ni arpías sin escrúpulos en busca del dinero fácil y donde los flechazos, pueden ser igualmente dolorosos. 

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Porque en este mundo surrealista de adolescentes autosuficientes, no podemos olvidar que, al igual que comentan Doodle y Freddy, son solo crías con una disonancia entre su madurez mental y su edad. Jóvenes que, como todos los de su edad, tienden más en pensar en ellos mismos que en el resto. Ese es el caso de Freddy, la cual deja todo sin pensarlo cada vez que Laura Dean la llama; pero también de Buddy al imponerle a su novio que salga del armario frente a su abuela de noventa años y, cómo no, de la propia Laura Dean, tan centrada en su ego narcisista que es incapaz de darse cuenta de lo pésima novia que es. 

Laura Dean es una metáfora y una reconstrucción maravillosa del típico Don Juan. Cuando Freddy recuerda cómo se conocieron, Laura afirma que es “irresistible” y con esa misma frase provoca una amplia explicación en la mente del lector de la clase de personaje que tenemos delante. Una joven que necesita estar continuamente rodeada de otras que le ayuden a aumentar el ego, con un atractivo ligeramente andrógino y un ambiente 

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Es todo acerca de ella: Freddy y su ambiente extremadamente generoso 

Si algo sorprende la primera vez que lees Laura Dean me ha vuelto a dejar es lo increíblemente egocéntrica y volátil que es Laura, a la que rápidamente le colgamos la etiqueta de malvada. Sin embargo, una segunda o tercera lectura revelan mucho más acerca del egoísmo adolescente al demostrarnos cómo alrededor de la vida de Freddy todo el mundo se vuelca por complacerla. 

Desde sus padres que le permiten cualquier numerito emocional una noche de familia en la bolera, hasta sus amigos que se muestran desde el primer momento complacientes completamente tolerantes a la autocompasión en la que Freddy se ha volcado. Como un perro herido en una pata, la protagonista de esta historia nos muestra lo peligroso que puede ser revolverse sobre la lástima que uno se tiene a sí misma hasta el punto de llegar a volverse paranoica. Desde las primeras páginas Freddy se imagina que todo el instituto habla de ella cuando no es así, que existe una gran conspiración alrededor de su relación y que sus amigos ni siquiera la soportan por sus continuos lloriqueos.  

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Cualquier excusa es buena para sentirse miserable y ser la protagonista emocional de la vida de cuantos le rodean. 

Por eso, cuando ella misma cita que «todo conduce a ella», no hace más que equivocarse. En realidad, todo pivota alrededor de Freddy. 

Cuando Freddy no recibe la respuesta que esta misma querría obtener, se vuelve agresiva y violenta y emplea el movimiento queer y LGTB como arma de ataque (algo para lo que daría un artículo entero). 

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Así que, srta. Vice, a no ser que seas una columna falsa escrita por un programa de ordenador para propagar valores heteronormativos o aso así, ayúdame, por favor. Perdona si lo de heteronormativo ha sonado orde. Si no das consejo a lesbianas, ignora esto. Pero que sepas que eso te convierte en homófoba.  

Sobre el dibujo y la colorimetría de Laura Dean me ha vuelto a dejar 

No importa lo maravillosos que sean los argumentos de Mariko Tamaki porque sin un dibujo tan espectacular como el de Rosemary Valero este cómic no te enamoraría tanto. Preparaos para un dibujo al más puro estilo de Tillie Walden, donde las mujeres tienen curvas y las protagonistas no caben solamente en una talla 34 de pantalón. 

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Preparaos para cambios de perspectivas, enormes viñetas que se descuadran y se recolocan en función de la importancia que tenga el significado de cada viñeta, de paisajes cargados de detalles y mesas que realmente representan el desorden adolescente. Vais a quedaros a cuadros al daros cuenta de que Rosemary no teme pintar la piel oscura del amigo de Freddy a pesar de que esta decisión provoca que a menudo las facciones del rostro acaben ocultas, o cómo cada uno de los personajes tiene un vestuario y expresiones corporales completamente distintas. 

Preparaos para ver pizza, vomitonas, drama y mil objetos repartidos en el cariño de viñetas extremadamente bien cuidadas donde la propia Laura Dean transmite una sensualidad morbosa y donde las viñetas en pareja son simplemente abrumadoras. Y todo ello está envuelto de la magnífica sinestesia de la referencia al olor de las fresas y el color rosa salpicado en un cómic en blanco y negro. 

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Blanco y negro como la forma con la que Freddy ve la vida, y rosa para representar el amor. ¿No ibais a creer que habían elegido el rosa simplemente para que se viera femenino, verdad? 

Laura Dean, la polígama y simbolismo en la obra 

La novela gráfica puede leerse por encima como un simple lapso de entretenimiento vacuo o puedes disfrutarla y meterte de lleno en todo lo que Mariko Tamaki quería contar y que transmite a través de las maravillosas viñetas dibujadas por Rosemary Valero-O’Connell. Puedes buscar el significado del hecho de que el pasatiempo favorito de Freddy sea producir muñecos monstruosos hechos con trozos mutilados de otros al igual que hace ella con sus sentimientos, o cómo Laura Dean siempre parece querer decir mucho más de lo que transmite su actitud relajada. 

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—Sí, supongo. Me parece que mi padre pone de los nervios a mi madre.  

—¿Por qué lo dices?  

—No sé. Quizá no es real pero es como si tuviera una imagen de ellos siendo amigos cuando yo era pequeña, y ahora, me da la impresión de que mi madre está siempre enfadada. 

—A lo mejor tu madre solo necesita relajarse.  

—A ver, no me preocupa ni nada. Todos tenemos problemas, ¿no?  

—Sí, Fred, somos gente normal y corriente.  

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En esta conversación en la que claramente Freddy no le sigue el hilo, Laura Dean hace una comparación velada entre la afirmación de su novia sobre la relación entre sus padres y su propia relación. 

El cómic trata la poligamia desde varias vertientes y deja muy claros los principios para que esta funcione: no importa que seas homosexual o heterosexual, no importa que decidas ser monógama o polígama mientras seas tú la que decidas. El problema principal entre la relación de Laura Dean y la de Freddy es precisamente el hecho de que esta segunda no escoge este amor libre, sino que le es impuesto. 

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Hay pocas obras que traten la poligamia y los problemas de los celos que subyacen en este tipo de relaciones, especialmente entre el colectivo LGTBIQ, por lo que esta novela gráfica recién publicada hace mucho para visibilizar el tema. 

Mi opinión sobre Laura Dean me ha vuelto a dejar

Como os comenté anteriormente, Laura Dean me ha vuelto a dejar es una obra por la que puedes pasar por encima de forma completamente superficial o en la que puedes zambullirte en busca de los significados ocultos tras los detalles de las viñetas. En mi opinión, esta es la típica novela gráfica cuyo nivel artístico, impecable edición y actual guion hace que quieras mantenerlo en tus estanterías el resto de tu vida. Como otras obras gruesas y de tapa blanda que nos enamoraron hace tiempo (Piruetas o Cuéntalo), esta editorial no se corta a la hora de reducir el volumen de las páginas necesarias para contar la historia y mucho menos la calidad. 

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Tener al tándem de Mariko Tamaki con Rosemary Valero-O’Connell en este cómic es un auténtico lujo de dos portentosos talentos equilibrados. Y como viene siendo habitual en mis reseñas de los cómics de La Cúpula, no puedo evitar hacer un llamamiento para que en los institutos este tipo de obras empiecen a repartirse mucho más ya que enseña valores importantes como la amistad, la dependencia emocional o ser fiel a uno mismo. 

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