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Gacela, análisis del cómic de Sugoi Ediciones

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - Gacela, análisis del cómic de Sugoi Ediciones

Gacela es una novela gráfica potente y cargada de simbolismo que nos pone en la piel de un niño con una enfermedad terminal.

Argumento de Gacela de Sugoi Ediciones

Raimundo es un niño muy enfermo que vive a saltos entre el hospital y la casa de sus abuelos. Sin padre ni madre ni nadie que le cuide, Rai acaba obsesionado con una historia sobre un niño llamado Hamza que vive en el desierto junto a su madre y su mascota: Gacela.

Así que, solo y abandonado, Rai se inventa su propio amigo: un caballito llamado también Gacela que le acompaña en sus aventuras en una carrera a contrarreloj contra la muerte.

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Análisis de Gacela de Sugoi Ediciones

Gacela es una novela gráfica intimista y potente, cargada de metáforas en todas sus páginas y que no es fácil de interpretar en un primer momento. Cuenta con 176 páginas en blanco y negro con tapas blandas a color que protegen esta compleja y dramática obra.

La historia va alternando entre dos settings diferenciado: la vida del pequeño Hamza, el cual se ve obligado a correr por un pozo para huir de una nube de arena y langostas, y la de Rai, el cual replica en su imaginación las aventuras de su héroe empleando sus propios paisajes y recursos.

Rai se siente abandonado por su familia: su padre se marchó muy lejos y su madre murió cuando él era más pequeño. A su lado solo están su abuela y su abuelo a los que el niño culpa de no entenderle y no quererle. Desde la cama del hospital o desde su propia habitación Rai empieza a desarrollar un mundo paralelo en el que se le permite marcharse a lomos de su amigo Gacela para ver la playa y el mar y hasta ponerse en contacto con su madre.

En sus ilusiones y sus sueños siempre se repiten las mismas metáforas, potentes y arrasadoras como las langostas del desierto:

La muerte se presenta como una fuerza arrasadora que se lo lleva todo por su paso: en la historia de Hamza es una tormenta de arena y en el mundo imaginado de Rai se manifiesta como el fuego que arrasa la vida o como incluso el petróleo y el chapapote. Esta fuerza superior y casi demoníaca siempre tiene el mismo cometido: arrasar con la vida allá por donde pase. Sus víctimas siempre son gente buena e inocente, representados por tiernos animales o por la figura de la madre.

Rai, al igual que Hamza, creará situaciones de peligros y retos en los que se verá superado por las circunstancias, observando a sus amigos y a la gente de su alrededor morir. En sus manos siempre tendrá un palo, el palo que permite protegerle y cambiar las cosas. En la historia de Hamza, el palo bloqueaba la puerta para que la nube no le alcanzase y en su propia imaginación el palo sirve para tapar la blancura de Gacela, el caballo, que representa la esperanza.

Otra figura de gran importancia en esta novela gráfica es la madre. Rai, que se siente completamente solo, evoca a menudo la figura de la madre como una mártir que muere de forma heroica para proteger a su cría. De esta forma, el niño le da sentido a la muerte inesperada de su madre, llegando incluso a imaginarse que le envía lluvias de estrellas por su cumpleaños y que está velando por él. Al morir los animales en el mar de petróleo que representa el cáncer o la enfermedad de Rai, su madre insiste en que estará a su lado igual que la madre de Hamza e igual que las ensoñaciones del pequeño Rai.

Es fascinante ver cómo tras la aparición de la muerte, Surco Valbuena siempre dedica varias viñetas a mostrar el silencio y el frío que quedan tras su paso. Este tipo de referencias sirven también como anticipación al desastre que va a ocurrir. Cuando Rai se queja de que hace frío, sabes que algo va terriblemente mal.

Existen otras metáforas sobre la muerte y la enfermedad que persiguen al niño y lo obsesionan, siempre bajo la misma premisa: no puedes huir de ella. En cuanto Rai se relaja y disfruta, la muerte vuelve para arrebatárselo todo. El chapapote y el petróleo negro son en realidad la enfermedad que se está comiendo al niño por dentro al igual que los cuervos negros que sobrevuelan la playa representan a la muerte. Una escena realmente ilustrativa es el momento en el que los cuervos levantan una lona y muestran el carro lleno de animales muertos y en descomposición como un símbolo de la pobredumbre que se come por dentro al propio niño.

Pero tú todo esto no lo comprendes cuando acabas de empezar a leer la obra. Gacela requiere de una primera lectura superficial para comprender el setting y las similitudes entre ambos sucesos, seguida de una segunda y tercera lectura que continúa arrancándote el corazón.

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Nuestra opinión sobre Gacela - incluye spoilers

Es normal permanecer desorientado la mayor parte de la novela gráfica. O al menos, eso nos pasó a dos de las lectoras de Momoko que nos atrevimos a leer simultáneamente la obra. Gacela es el tipo de novela gráfica extraña e intimista que te sacude con su dibujo sencillo y sus realidades paralelas. Al no comprender en un primer momento que Rai está en el hospital, nos quedábamos pasmadas delante de la tablet, con los ojos desencajados, viendo las escenas pasar y preguntándonos por el significado de todo aquello.

¿Era una crítica ecológica desde los ojos de un niño pequeño? ¿Acaso era una revisitación del desastre del Prestige que destrozó las costas gallegas hace pocos años? ¿Podrían ser dos vidas paralelas?

Y de pronto, lo ves todo tan claro… La realidad supera a la ficción y permaneces durante largos minutos, mirando las viñetas, con el ceño fruncido, esperando que todo el dolor y el sufrimiento de Rai sea parte de su imaginación. Esperas, inocentemente, que todo sea un sueño a pesar de que la novela gráfica en sí trata continuamente acerca de la muerte de una forma tan pesimista, poderosa y destructora que tú mismo te sientes cohibido ante la magnitud de su presencia.

Al diablo con la imagen de la mujer bella con una capa negra que aparece para besarte por la noche con una guadaña. La muerte, en Gacela, la representa el mar negro lleno de chapapote, la nube de arena y langostas, la destrucción y los cementerios solitarios, la ausencia de la madre y, cómo no, la soledad. Una soledad de la que no puedes culpar a nadie, y eso lo hace más humano y poderoso que nunca. Porque es parte de la naturaleza humana buscar culpables, y como tal lo hace el propio Rai creando la ficción de su amigo el búho y su abuelo el asesino.

Cada viñeta a partir de la mitad de la obra es más desgarradora que antes, especialmente por la figura de Gacela, el ángel de la guardia del pequeño Raimundo. A pesar de sus quejas, de su tristeza, de su soledad, Gacela siempre está a su lado animándole a seguir. Nunca se rinde, nunca desfallece: bajo la pintura negra con la que Rai se obsesiona a tapar su luz, está un ser puro y blanco que solo le desea lo mejor. Y cuando se marcha, cuando Rai por fin cae rendido ante la muerte, la ruptura del pequeño caballito Gacela es sin lugar a dudas desgarradora y terrible.

Es muy interesante ver cómo percibe Rai a su propia familia. Su abuelo, en cierto momento, afirma que va a marcharse, y aunque no nos ha quedado claro saber si era real o no, no podemos evitar relacionar este anuncio con la pistola que encontró Rai en la mesilla de noche. Podemos interpretar, quizás, que el abuelo, al tener que convivir con su mujer ciega y con su nieto terminal, decidió ponerle punto y final a su difícil vida. Decisión que, al menos, pospone hasta que ya no tiene salida.

Si tuviéramos que comentar algo que no nos ha acabado de convencer, eso serían algunos diálogos de Rai. Los abuelos están maravillosamente bien conseguidos, especialmente la abuela cuando pregunta si «le ha gustado el helicóptero», haciendo que se nos rompa el corazón. Pero en ciertos momentos, el uso de tacos en el propio Rai, al que se le estima que es realmente pequeño, se nos queda completamente fuera de contexto.

Surco Valbuena Makino declaró en una entrevista que había escogido precisamente ese estilo de dibujo sencillo porque creía que era lo que pedía el mensaje de la obra, y es cierto que realmente lo refuerza pero hay partes más trabajadas que otras en la novela gráfica. El diseño de Gacela en su forma de roedor, por ejemplo, es simplemente maravilloso. La proporción de los ojos en su cuerpo peludito o la deformación del propio animal cuando se hunde en la arena es simplemente genial. Pero en otras viñetas, como en las que aparece la madre de Hamza, se pierde un poco este cuidado por los detalles.

A pesar de ello, no podemos estar más de acuerdo con Surco: la obra pedía exactamente un diseño minimalista con tonalidades grises que se consigue en cada plano, puesto que lo que se busca en ningún momento es transmitir la belleza del mundo o el talento del artista, sino contar una historia, transmitir sensaciones y muy posiblemente, hacernos llorar.

Y no vamos a mentir, lo ha conseguido. Al terminar la novela gráfica te invade una sensación de total desamparo, de soledad y de tristeza que no tenías al empezar. Y de pronto, la obra empieza a ganar puntos en tu cabeza conforme todas las piezas del puzzle encajan. Y te quedas ahí quieto, mirando a la nada, a las tres de la mañana, completamente solo y perdido en la oscuridad de la noche.

Preguntándote qué va a pasar ahora. Abriendo los labios y preguntando, casi como en un susurro, en un vano intento de esperanza por evadir la soledad.

"

¿Gacela? ¿Estás ahí?

 

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