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NOTA: 7.5

El ocaso de hielo, reseña de la segunda parte de la Trilogía de Vidar

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Escritora consumada, concept artist en ciernes y adicta al trabajo. Do...


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Imágen destacada - El ocaso de hielo, reseña de la segunda parte de la Trilogía de Vidar

El ocaso del hielo es la segunda parte de la trilogía policíaca que comenzó con Leyes de Fuego. Sergio Milán-Jerez se introduce en el mundo de la novela negra con una historia cargada de personajes al más puro estilo de The Wire donde la corrupción, las drogas y todo tipo de crímenes se entrelazan en una madeja de delitos y caos que un grupo de mossos de esquadra tendrán que resolver. 

Argumento de El ocaso del hielo 

Ha pasado poco más de un año desde el triple crimen que acabó con la cúpula directiva de Everton Quality. Sin embargo, nadie sospecha que su dirigente fuera un violador de mujeres metido en un entramado del crimen más complejo y poderoso de lo que nadie creía. 

Ahora, los involucrados en las muertes, intentan salir adelante. Óliver Segarra toma las riendas de la empresa y realiza un potente cambio para limpiar el negocio de trabajadores ociosos y personajes indeseables mientras que Xavi García y su socio Artur escalan en la organización de venta de droga y empiezan a ver cómo por fin toda la pesadilla por la que pasaron queda atrás. 

Mientras tanto, el sargento Aitor Ruiz y su equipo se encuentran con un nuevo crimen que podría estar ligado al caso sin resolver del año anterior. Ha aparecido el cadáver de un hombre brutalmente torturado y completamente desnudo sin nada que les ayude a identificarlo, pero el mismo sargento sabe que hay una persona detrás de todo eso. 

Espacios reales detallados en profundidad 

Leer El ocaso de hielo es increíblemente cinematográfico. A través de su profundo conocimiento de las calles de Barcelona, Sergio Milán-Jerez contextualiza los espacios en los que transcurre la historia otorgándoles nombre propio y apellidos. Las persecuciones de los personajes no son simples párrafos cargados de acción y la investigación de diferentes lugares del crimen están perfectamente localizados en el interior de la obra. 

TODO

Desde la esquina donde tiene la tienda de alfombras Adul-Allah hasta el lugar donde encuentran el cadáver en un primer momento, esta descripción de los nombres de las calles y lugares le otorgan un halo de credibilidad a toda la trama y la acción que se desarrolla que eleva los crímenes de la novela a algo palpable y conocido. No importa que nunca hayas pisado las calles de esta ciudad o que no reconozcas los espacios, porque el simple hecho de describirlos con tanto detalle transmite al lector la sensación de estar ante un narrador omnisciente que no anticipa hechos. 

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En ese momento, se encontraba en el desvío que estaba a unos cientos de metros de La Murtra, un parque ecológico con una gran diversidad situado en el Delta del Llobregat, entre los municipios de Gavá y Viladecans. 

Al mismo tiempo, Sergio no incurre en uno de los errores más prototípicos en la novela negra contemporánea y no nos muestra por tanto crímenes difíciles de creer. Si algo tienen Leyes de fuego y El ocaso del hielo precisamente es su capacidad para mostrarnos un abanico enorme de personajes los cuales, aunque no tienen una personalidad y manías extensamente descrita, sí que son palpablemente reales y creíbles debido principalmente a su gran cantidad de defectos. Ni los sicarios se sienten tan seguros de ellos mismos como podría parecer, ni las fuerzas policiales son tan infalibles como podría parecer. Dejando de lado el cliché del investigador obsesionado con un caso en el que nadie cree hasta el punto de echar a perder su vida social, el Sargento Ruiz comete mil errores, depende a menudo de pistas e informantes externos y se encuentra a lo largo de toda la novela, en un callejón sin salida. 

Todos los personajes tienen frente a ellos problemas y retos de los cuales no saben salir y que generan una frustración que a menudo es la desencadenante de los fallos y errores que propician el avance de la novela. 

Xavi, por poner un ejemplo, tendrá que conseguir lograr un precario equilibrio entre su antiguo jefe de la droga con una hermana a la que pretende recuperar y el cargo de conciencia por lo que ocurrió en Leyes de fuego. Mar se encuentra en una difícil posición sabiendo que su hermano está metido en asuntos sucios mientras llora la muerte de Brian Everton; y el propio Óliver presenta una genial duda moral sobre si lo que hizo es correcto o no. 

TODO

Óliver, como ya nos anticipaba la primera novela, presenta una genial dilema moral en el que se nos muestra como un héroe con las manos manchadas de sangre puede llegar a ser el más recto y honorable de todo el libro. La dificultad para llegar a la red de criminales de la que formaba parte John Everton parece que justifica el hecho de que se tomase la justicia por su mano y la obra nos irá mostrando cada vez más situaciones en las que el propio Óliver se muestra justo, fiel, humilde y como una gran persona, haciendo que el lector se vea increíblemente polarizado. Por un lado, el Sargento Ruiz está haciendo, al fin y al cabo, su trabajo; mientras que por otro Óliver ha librado al mundo de un ser repugnante.  

Una novela a lo The Wire donde todo está conectado 

El ritmo trepidante que logra Sergio Milán-Jerez con esta novela provoca que en ningún momento pierdas las ganas de leer a pesar de que la investigación se estanque en ciertos momentos. Como en la serie de televisión The Wire, la obra va saltando sin ningún tipo de pudor entre diferentes personajes de todos los bandos, retratando a policías que no son tan buenos y a criminales que levantan verdaderas simpatías. 

Personas como Xavi a la que nunca se le ha dado la oportunidad de poder crecer en la sociedad y que de pronto mantienen una vida pacífica sin meterse con nadie a cambio de distribuir droga o incluso como el propio Navajas que duda de la policía porque ha sido perseguido toda su vida por esta. 

La obra realiza una maravillosa reconstrucción de la sociedad española donde los políticos y los policías pueden estar corruptos;  los investigadores se ocultan información los unos a los otros; los que deberían hablar optan por callar y las jóvenes con un futuro prometedor acaban en el mundo de la droga porque un día fueron secuestradas y brutalmente violadas y el policía de turno no la creyó cuando denunció los hechos.  

Una sociedad en la que varias familias sobreviven precariamente en edificios desvencijados al lado de donde se cometen todo tipo de crímenes o donde los sintecho pasan sus días en discotecas abandonadas mientras luchan cada día por comprarle pañales a los bebés que tienen. Nos encontramos con un libro que no entra en sentimentalismos absurdos, pero que es capaz de transmitir mucho sobre la forma de pensar y expresarse de los personajes sin hacer grandes aspavientos al respecto. 

TODO

Por poner un ejemplo, cuando encuentran el cadáver, el sargento Ruiz le pregunta al forense: «Me cuesta preguntarlo, pero ¿lo han…?». Utiliza el artículo “lo” refiriéndose al cadáver, al cual deshumaniza por completo con esa pregunta como si se tratara solamente de un objeto. Sin embargo, en cuanto se identifica el nombre de la víctima, su forma de referirse a él siempre emplea el artículo “le”-.

Mi opinión sobre El ocaso del hielo

No es necesario haberse leído Leyes de fuego para sumergirse en El ocaso del hielo, aunque lo cierto es que ayuda a comprender los sucesos que desencadenan muchas de las tramas abiertas en este segundo libro. 

A lo largo de la lectura de la novela, me sorprendió la capacidad de Sergio para ir saltando de una trama a otra y de un espacio a otro sin que en ningún momento me sintiera perdida o confusa. Desde Óliver Segarra hasta Xavi o el propio Navajas, la acción del libro hace que te enganches a él en cuanto empiezas a leer las primeras páginas y sus continuos cambios generan un dinamismo difícil de conseguir en una novela de este tipo. 

Es cierto que, al tratarse de una segunda parte y como novela puente, no hay muchos misterios que resolver y los “malos” van apareciendo de una forma espontánea y desaparecen con la misma rapidez con la que son encontrados, pero eso no le resta interés a la propia obra. Los procedimientos que emplean los Mossos de Esquadra para encontrar a los criminales son más fieles a la realidad que las mágicas ampliaciones de cámaras y extraños insectos que nos muestran algunas series de televisión. El realismo de sus personajes, la buena localización de los escenarios y este último punto sobre el proceso policial contribuyen a crear una novela negra del todo disfrutable que, sin lugar a dudas, si eres amante del género, te encantará. 

SPOILER ALERT

Mi única pega quizás es por el final. Puede que no lo entendiera bien, pero la prueba que localiza a Óliver Segarra cerca del escenario del crimen no es suficiente como para poder retenerlo demasiado tiempo en la cárcel (especialmente teniendo en cuenta el ejército de abogados que podrá costearse para salir). Además, quizás el pacto entre enemigos (el sargento y Segarra) fuera ligeramente previsible ya que al final ambos persiguen que se haga justicia desde perspectivas diferentes. 

El final es demasiado abierto ya que aunque sí que cierra con un cliffhanger en la trama de Ruiz y Segarra, las otras quedan ligeramente en el aire y eso me genera una enorme frustración porque… ¿cuánto tendré que esperar para leerme la siguiente parte? ¡La necesito ya! 

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