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NOTA: 7.8

El amor es encontrar el momento es una novela divertida e increíblemente romántica

Eire 0 Comentarios
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Maestra, lectora empedernida y creadora de historias en mi tiempo libr...


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Imágen destacada - El amor es encontrar el momento es una novela divertida e increíblemente romántica

La vida de Cayetana es un caos y ella misma es un desastre en sí misma. Cuando tras una crisis con el hermano de Nina, su mejor amiga, decide irse a Barcelona, se promete no volver a pensar en él. Lo mismo le ocurre a Jesús, el hermano ligón, buenorro y metomentodo de su amiga. Pero el destino es muy traicionero y la boda de Nina volverá a unirles más de lo que ellos creen. La idea es no enamorarse, pero de la teoría a la práctica hay grandes pasos.

Análisis y opinión de El amor es encontrar el momento

Romina Naranjo ha vuelto por todo lo alto y de la mano de la editorial Phoebe nos traen una nueva historia fresca y llena de humor que te mantendrá pegado/a a sus hojas de principio a fin.

El amor es encontrar el momento es una spin-off romántico contemporánea que nos cuenta la historia de Cayetana y Suso, dos personajes que ya conocimos en El amor es una montaña rusa. Aunque no es imprescindible ya que es un libro autoconclusivo, recomiendo leer antes El amor es una montaña rusa ya que nos ayudará a conocer a los demás personajes que van apareciendo en la novela.

La autora nos presenta a Cayetana, una joven sevillana de ancestros orientales que decide marcharse a Barcelona para huir del hermano de Nina, su mejor amiga, tras el rechazo de este en el último cumpleaños de su amiga. Pero una vez en la ciudad condal, las cosas no terminan de despegar: ella es fotógrafa de profesión, pero se dedica a pasar el día en un triste estudio, perdiendo su toque. Su trabajo es un asco, ella es el desastre personificado, todo parece salirle mal y cuando pierde su empleo y su compañera la echa, literalmente, de casa, debe volver a su ciudad natal y enfrentarse a Suso, al que no quiere ver ni en pintura.

TODO

Los personajes están increíblemente bien construidos. El personaje femenino de Cayetana me ha encantado personalmente: se trata de una mujer fuerte y decidida, que lucha por lo que quiere y que no se esconde cuando debe proteger a su familia y amigas. Es cabezota y peca en ocasiones de no saber razonar y querer llevar las cosas por donde ella cree que es mejor. Sin embargo, a pesar de sus desastres siempre es ella misma: sin filtros, divertida y alocada.

Llegó puntual. Con vaqueros, camiseta blanca de cuello de pico, el pelo un poquito más largo de lo que recordaba y barba de tres días. ¿Sabéis ese momento cuando vais a tomar una decisión y tenéis un diablillo sobre un hombro y un ángel en el otro? A mí me pasaba algo parecido cuando veía a Suso, pero en vez de seres celestiales sin sexo, en mis hombros se recreaba una Isabel Pantoja pequeñí­sima que se arrancaba por su «Se me enamora el alma, se me ena­mora… cada vez que te veo…».
—… doblar la esquina…
—¿Cayetana?
Mierda. Lo había cantado en voz alta. Mátame, camión.

En el contrapunto de locura de Cayetana tenemos a Suso, un hombre cabal, serio, responsable y muy ordenado. Suso es el hermano de Nina, la mejor amiga de la protagonista y tiene un afán de superhéroe que tira para atrás. Se pasa el día pensando en ayudar a los demás y hacer lo que es mejor para el resto. Es jefe de enfermeros en un hospital de Sevilla. Aparece como un hombre muy atractivo, ligón, que no busca nada serio. O eso cree él, porque desde lo que sucedió con Cayetana no ha sido capaz de olvidarse de ella y ahora que ella vuelve tras haber fracasado en la ciudad, nuestro Don Juan no puede evitar intentar salvarla.

Claro que Cayetana no necesita que la salven, o eso cree ella. Vamos, que entre uno y otro se va a liar. Porque él es el día y ella la noche, y cuando las cosas se ponen serias y deciden irse a vivir juntos a Madrid para ayudarse mutuamente, todo se va a complicar. Esto acabará provocando que nos regalen momentazos increíbles donde no podremos parar de reír cuando comienzan con su guerra personal de compañeros de piso.

Ante mí apareció una imagen que tuve que descargar, para revelárseme una sucesión de cajas vacías y desmon­tadas preparadas para reciclar. Las reconocí como aquellas que yo había llenado, desganada y sin miramientos, al dejar el piso de Bar­celona. Tras la imagen, unas frases:

-          He ordenado por mi cuenta todas tus cosas. De nada.
—¡Cabronazo!
Me puse en pie de un salto. Moví la mesa, volqué mi taza —que por suerte estaba vacía— y le di una patada a Lucas. Nina puso en mí sus ojos, abiertos como platos soperos. Les giré el teléfono para que vieran aquel despropósito, pero, por supuesto, esta vez tampoco captaron los matices.
—¿Te ha colocado las mierdas de la mudanza? —Morrison se rascó la coronilla—. ¿Y eso es una putada porque…?
Nina hizo un mohín. Sus labios estaban muy apretados.
—Jesús tiene una forma muy peculiar de organizar las cosas —dijo.
—Una forma imposiblemente insufrible —aclaré yo, porque aquello me parecía demasiado ambiguo—. ¡Ha cogido todas mis cosas y las ha ordenado según su criterio! ¡Y tiene el criterio de una persona con TOC! ¡No voy a encontrar nada!

La relación de estas dos personas, que son completamente diferentes, irá progresando poco a poco. El hecho de que sean tan distintos hace que se atraigan cada vez más. Pero hay algunos puntos que les hacen frenar en seco, como que sus familias son amigas desde siempre y no quieren que esto se estropee por nada del mundo, así como el dinero que el padre de Cayetana, el quiosquero, le debe a Suso y que ella, por más que él ha insistido en que no se meta, intenta pagar. La tensión puede cortarse con unas tijeras y cuando las discusiones están a la orden del día, los verdaderos sentimientos afloran, y las escenas que se suceden, caldean el ambiente.

Guardamos silencio un momento. Pensé que iba a ser eterno, que nunca más oiríamos nuestras voces y que viviríamos en silencio por los siglos de los siglos —amén—, pero, de repente, Jesús tiró de mí hasta que la cara me impactó contra su pecho. Aspiré su aroma como haría una toxicómana con una barra de pegamento. Hasta curvé los dedos en su espalda para agarrarla bien. Llevaba una camiseta fina, y el calor de su cuerpo me llegó nítido, como una mañana soleada. Abrí un poco la boca y toqué con la punta de la lengua la línea donde el pectoral, muy bien formado, sobresalía. Él resopló. Su mano derecha ahuecando mi nuca, la izquierda fran­queando el borde de mi cadera.
Me sentí tan húmeda con tan poco que casi me dio vergüenza.

Esta novela nos trae no solo romance, sino también amistad y personajes secundarios que nos enamorarán más allá de sus protagonistas principales. No puedo evitar mencionar a Nina o Lucas, de la anterior novela, que siguen dando caña con la preparación de su boda y que nos mostrarán un poquito más de sus avances como pareja, y otro de los personajes que también me ha divertido muchísimo, la señora Carvajal, madre de Suso y Nina, que martirizará a su hija con el tema de la boda como nunca.

Romina ha vuelto a conquistarme con esta novela, con su pluma ágil y sencilla, llena de diálogos hilarantes con los que soltarás más de una carcajada. Y con unos personajes muy bien definidos que irán superando sus miedos para conseguir llegar a su propia felicidad. Sin duda, una novela muy recomendable para los amantes del género.

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