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NOTA: 4

La perra de tres patas de la señora Petrovna, análisis del libro de Andrea Bennett

rigoberta 0 Comentarios


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Imágen destacada - La perra de tres patas de la señora Petrovna, análisis del libro de Andrea Bennett

La perra de tres patas de la señora Petrovna nos llamó la atención en un primer momento por el título tan sugerente y por estar ambientado en Rusia, un país exótico que despierta nuestra curiosidad. Realmente el título parecía esconder unos personajes llenos de magia y ternura, revestido además del encanto ruso.

Comenzamos la lectura de la novela a través de la plataforma de edicionanticipada.com antes de que se publicara en librerías. Si bien es una gran oportunidad poder disponer del libro de forma gratuita antes de su comercialización, la aplicación tiene unos pequeños inconvenientes. La escasa duración del tiempo de sesión en la plataforma, así como la imposibilidad de guardar el punto de lectura fueron los mayores contras que hemos observado una vez terminado el libro. De todas formas insistimos en que es una gran oportunidad el poder disfrutar de un título gratis y volveremos a repetir la experiencia seguro.

Dicho esto, ¡vamos con el análisis de la obra!

Sinopsis de la novela

Rusia en la década de los 90. Galina Petrovna es una anciana solitaria y de fuerte carácter que vive en Azov, un pequeño pueblo en el que ha llevado una existencia tranquila y sencilla, en la compañía de su perra de tres patas Boroda. Galina, Galia para los amigos, se entretiene cocinando por las tardes y asistiendo a las reuniones periódicas que se celebran en el Centro Cultural y Club de la Tercera Edad de Azov.

En este Centro Cultural, al frente de la organización de las reuniones, se encuentra habitualmente Vasia, un anciano que se desvive por conseguir un poco de la atención de Galia. A pesar de sus intentos por conquistarla, Galia no está por la labor de responder a ninguna de las señales que le envía Vasia.

También en la misma ciudad, en la otra punta, vive un joven anacoreta llamado Mitia. El muchacho vive en un piso compartido con unos compañeros a los que no soporta. Uno de ellos, un juerguista, tiene por costumbre llevar chicas a casa que Mitia detesta por lo general. Sin embargo, una tarde se topa en el pasillo con Katia, una chiquilla rubia de ojos azules y expresión inocente que parece derretir el hielo de su corazón al instante.

El destino de Galia y Mitia se cruza cuando ésta acude al Centro Cultural como de costumbre, dejando a Boroda en el parquecito de fuera mientras ella asiste a la reunión del Club. Mitia anda cerca en ese momento haciendo la ronda con su furgoneta de la perrera municipal. Y es que Mitia es conocido como Mitia El exterminador por su trabajo capturando perros callejeros que vagan por las calles.

Quiso la suerte que en ese preciso momento los ojos de Mitia se posaran en Boroda, que descansaba tranquilamente al aire libre sin un collar alrededor del cuello. El exterminador no duda un segundo y se abalanza a por la desamparada perrita, que termina presa en la furgoneta lejos de la protección de su adorada dueña.

En cuanto Galia se entera de lo sucedido siente que su mundo se derrumba y le fallan las fuerzas por primera vez en su vida. Entonces Vasia le tiende su mano, y su motocicleta, y juntos se lanzan a la carretera a la caza Exterminador para devolver así a Boroda al calor del hogar. Sin embargo, las cosas no serán tan sencillas como parecen en un principio. De esta forma, lo que aparentaba ser un simple malentendido termina convirtiéndose en una red de mala suerte y problemas burocráticos aparentemente insalvables.

Opinión de La perra de tres patas de la señora Petrovna

El argumento nos presentaba unos personajes sencillos, prototípicos algunos de ellos del modelo ruso de conducta, especialmente Galia que es el vivo reflejo de una Babushka de fuertes ideales. El universo que crea la autora es cierto que atrapa al instante, especialmente si la cultura rusa te atrae de alguna forma o te gustan las historias cargadas de ternura, porque en un principio el personaje de Boroda y los simpáticos ancianos nos llevan a pensar que la trama será ligera e incluso tierna.

Nos decidimos por esta novela en especial, como ya hemos dicho, por el título. Ambientada en Rusia y con un perro de tres patas como protagonista ya tenía muchos puntos a favor para gustarnos. Se entreveía una trama tierna y cargada de magia y folclore. Además, para nuestra sorpresa, al inicio de la lectura descubrimos que uno de los personajes es un apasionado de Depeche Mode, ¿se puede pedir más?

Sin embargo, la sensación final roza ligeramente la decepción. Los personajes por lo general son bastante planos y la evolución de los mismos apenas se justifica y resulta un poco chocante. Lo mismo sucede con sus motivaciones y con los diálogos, que aunque reflejan en parte la mentalidad rusa, no dejan de ser forzados en algunos puntos.

Boroda, la perra de tres patas, es el eje principal que da origen a toda la trama. Gracias a ella se desencadena toda la acción y la protagonista, Galia, y el antagonista, Mitia, llegan a conocerse. Boroda es, sin duda, junto con Galia, el personaje que más nos ha gustado. Alrededor de ella giran los valores positivos de la novela como la amistad, la defensa de los animales y la lucha contra las injusticias.

No ha gustado especialmente la relación que mantienen Galia y Boroda, que se asemeja más a una convivencia entre iguales que a una relación ama-mascota. La propia Galia desvela que si no le pone collar a Boroda es porque sería como romper un contrato no escrito que existe entre ellas. Las dos viven juntas porque así lo quieren, no por obligación, se hacen compañía y se respetan. En ningún momento Galia consideraría que Boroda es su posesión, por lo que no quiere forzarla a hacer nada con lo que ella no se sentiría cómoda.

Galia es un buen prototipo de heroína, aun siendo una anciana. Nos presenta una determinación admirable a lo largo de todas las páginas de la novela y unos valores férreos. Es una presencia fuerte y solitaria, que lucha por lo que cree justo y no desfallece ante las adversidades. Galia valora muchísimo su libertad y es impermeable a los intentos de Vasili, su amigo del Centro Cultural, de cortejarla.

En contrapunto con Galia encontramos a Zoya, una amiga de Galia que la acompaña a Moscú para liberar a Vasili cuando éste da con sus huesos en el SIZO. Zoya es lo opuesto a Galia, mientras que la protagonista se nos presenta como una mujer seria y algo inocente, Zoya es alocada y exagerada. Es gracias a Zoya que las dos amigas viven experiencias algo surrealistas y se meten en más de un problema.

Cuando empezamos a leer, a pesar de la descripción del libro, que nos vendía a Galia como una mujer que se niega a aceptar su edad, nos encontramos con una anciana bastante melancólica. Galia vive más en el pasado que en el presente. Como ella misma dice, durante la Segunda Guerra Mundial se vio obligada a crecer a marchas forzadas. La Guerra le quitó a sus padres y le trajo un marido, Pasha, al que nunca llegó a amar pero que le proporcionó la seguridad y el hogar que necesitaba en ese momento.

Seguimos leyendo y aparece en escena el personaje de Mitia, que al instante despierta nuestra curiosidad. Mitia parece ser un joven inadaptado, solitario y amante de Depeche Mode. No daremos muchos detalles, pero es difícil crear un personaje que nos pueda atraer más a primera vista que Mitia con esta descripción. Y el caso es que... no nos funciona. A medida que avanza la lectura, el que en un primer momento parecía un personaje complejo e interesante se queda a medio camino, convirtiéndose en una caricatura de lo que debería ser, o esa es la impresión que nos da. Perdemos por completo a Mitia en el punto en que pasa a convertirse en El Exterminador, en el momento en que se mueve única y exclusivamente por una obsesión que en ningún momento parece justificada.

Mitia es el arquetipo de Malo malísimo que actúa por el mero hecho de causar dolor a todo aquel que se encuentra, volcando en los demás sus demonios internos. Puede aguantar este personaje, aunque con pinzas, hasta el momento en que se nos revela por qué el chico alegre que era de pequeño se transformó en lo que es ahora. Fue toda una decepción el comprobar que su odio a los perros venía motivado por un padre agresivo que mató al suyo cuando era un niño. Asumimos así que Mitia hace lo mismo simplemente por repetir el patrón que marcó su padre en el pasado, es como la justificación simplista de que un maltratador lo es sólo porque su padre lo fue antes que él.

Otro momento que nos descolocó fue, sin duda, el final. Toda la trama se resuelve de forma apurada y con todos los personajes felices y comiendo perdices. Por su parte, el malo por antonomasia muta de repente gracias a la redención del amor... Una vez más nos encontramos cara a cara con el cliché de la mujer redentora, Katia. Esa presencia tranquila y pura que puede curar el alma del más trastornado con su mera presencia. Aunque se trate de un recurso bastante manido y nada innovador, si la evolución del personaje de Mitia no fuera tan radical y el punto de inflexión tan poco interesante y creíble, no habría nada que reprocharle, pero debido a esto no termina de encajarnos.

El único pasado de los personajes que se nos presenta que nos ha llamado la atención ha sido el de Galia. Es comprensible que actúe como lo hace, manteniendo la distancia con los que la rodean, habiendo vivido una juventud como la suya. La Guerra marcó su carácter y borró en gran medida la alegría juvenil y la despreocupación, cambiándolas por la desconfianza y la rudeza.

Observamos que no queda claro cuál es el objetivo de la novela, en gran parte debido al estilo empleado. En muchas ocasiones se intercalan momentos que pretenden ser cómicos, pero que no terminan de cuajar. Nos da la sensación de que al tratarse de personajes ancianos tirar más de la exageración e histrionismo que de la ternura e inocencia no es el mejor camino, para nosotros al menos. Por otra parte, la trama en sí aborda una serie de temas bastante crudos y difíciles de tocar, pero lo hace de forma superficial, sin ahondar ni pretender en ningún momento remover conciencias o despertar emoción alguna en el lector.

En algunas partes de la novela sentimos que se intentaban abarcar demasiados temas. El resultado habría sido mejor, tal vez, estrechando el cerco y centrándose en los temas principales que componen la trama, sin desviarse tanto. A lo largo de la historia aparecen subtramas, por así decirlo, que tocan problemas como el alcoholismo, la homofobia, la violencia, el maltrato animal, etc. Al mezclar tantos males de la sociedad con toques de humor de una forma tan brusca la trama termina descolocando al lector.

Especialmente nos pareció que no se resuelve bien el tema de Pasha, el marido de Galia. Cuando Zoya le revela a Galia que se llevaron a Pasha, su marido, porque ella sospechaba que era homosexual para realizar experimentos con él, Galia apenas se inmuta. Esta reacción nos descoloca, no hay rabia, tensión, dolor o ira. Galia simplemente responde seca negando la homosexualidad de su marido. Éstos son pequeños detalles que nos sacan un poco de la historia y nos hacen perder de vista su intención.

De cualquier forma, la novela sí que esta plagada de valores a destacar. La propia Galia es una noble defensora de las causas justas, una mujer de idea fijas y muy perseverante. Esta lucha al estilo de David contra Goliat que mantiene Galia con la administración rusa es admirable y un valor positivo de La perra de tres patas de la señora Petrovna. La importancia de la amistad también está presente en toda la novela. No únicamente entre Galia y Vasia, que ven sus destinos condicionados el uno por el otro en varias ocasiones, también entre Galia y Boroda. Entre estos dos personajes existe una lealtad que interpretamos como un canto a los derechos de los animales y a su defensa incondicional. Es imposible no revolverse en el asiento en las escenas en las que Mitia expresa su deseo de acabar con la pobre perra a toda costa. La novela pulsa constantemente esa cuerda de injusticia que hace que uno quiera saltar a la historia y salvar a todos los perros de la furgoneta del Exterminador.

El lenguaje del libro es sencillo y la lectura es bastante rápida. A veces parece más un cuento infantil o una fábula que una novela precisamente por las expresiones sencillas. Sin embargo, y este es otro de los ejes que no encajan, tratar ciertos temas con este lenguaje ligero puede desconcertar. La trama está salpicada de momentos de humor y de guiños cómicos, que aunque a veces no funcionan pueden llegar a arrancar una sonrisa. Especialmente curioso el hecho de que Katia llame, de manera cariñosa, a Mitia cachorrito, cuando él odia a los perros con toda su alma.

Nos ha resultado un poco complicado meternos en la historia. El ambiente y la trama están bien descritos y, a grandes rasgos, se vislumbra la intención del libro, pero a veces se intentan abarcar demasiados temas y se quedan en la superficie. No hemos conseguido empatizar mucho con ninguno de los personajes ya que, como decíamos antes, o no evolucionan, o resultan caricaturescos o no entendemos sus motivaciones. Desde luego, ha sido una pena que nos fallaran algunos puntos de La perra de tres patas de la señora Petrovna, porque el libro prometía bastante y, sobre todo, el final nos desencantó un poco.

La edición del libro sí que es un punto positivo, y es que nos ha parecido preciosa la portada. Aunque hemos leído el libro en formato digital nos ha impresionado el buen gusto con el que se ha diseñado la ilustración de portada de la novela. Los colores son cálidos, en una paleta pequeña pero muy bien escogida que destaca con un simple golpe de vista. Los elementos vectoriales son de formas muy sencillas y limpias y casan a la perfección con la tipografía sin serifa del título. El conjunto es una buena síntesis de la trama de la novela, diseñado con un estilo especial que recuerda vagamente al constructivismo ruso. ¡De 10!

Sobre la autora, Andrea Bennett

Andrea Bennett, de origen británico, siempre ha manifestado una fascinación especial por la cultura rusa y sus costumbres. La vida de Bennett ha estado vinculada durante años al país soviético. La escritora se licenció en Historia y Ruso, y además trabajó durante años en Rusia.

A su vuelta a Gran Bretaña, la autora se dedicó a ejercer profesionalmente como política, orientándose en los últimos años al campo de la beneficencia y abandonando un poco su carrera política.

Su amor por todo lo relativo a la cultura rusa y sus ansias de escribir han culminado en La perra de tres patas de la señora Petrovna. Ésta es su primera novela publicada, desde luego un título que no ha pasado desapercibido y ha impresionado a toda la crítica. Su debut literario, La perra de tres patas de la señora Petrovna, fue publicado en 2015 por la editorial Borough Press depsués de que Andrea Bennett resultara premiada en uno de sus concursos. Ahora llega a nuestras manos gracias a la editorial Grijalbo.

La escritora firmó un contrato por la publicación de dos novelas. La siguiente tiene el título en inglés de Two Cousins of Azov (or You Can't Pickle Love) y será publicado por Borough Press en julio de este año.

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