Border top left cut image
Border middle left cut image
Border bottom left cut image
Border middle right cut image
Border bottom left cut image
Logotipo de momoko.es

Buscar en Momoko

NOTA: 10

La insoportable levedad del ser, Análisis

rigoberta 0 Comentarios


COMPARTE:
Imágen destacada - La insoportable levedad del ser, Análisis

La insoportable levedad del ser es una novela que analiza minuciosamente la psicología de una serie de personajes dispares que viven en la Checoslovaquia tomada por los rusos de finales de los años '60.

Milan Kundera, el autor de la obra, es un hombre que toda su vida ha estado vinculado irremediablemente al mundo del arte. No sólo se ha centrado en el campo de la escritura, también es un gran apasionado de la música. Cursó estudios musicales y fue director de la Academia de Música de Brno hasta pocos años antes de la invasión de Checoslovaquia por parte de los rusos.

Desde bien temprano tuvo una fuerte conciencia política. Se afilió al Partido Comunista, del que fue expulsado hasta en dos ocasiones. Estos conflictos con el Partido le vinieron por su supuesta participación en la Primavera de Praga en 1968 y por tendencias contrarias al dogma comunista. Sus obras estuvieron prohibidas en el país durante los años de la invasión soviética y tuvo que ganarse la vida desempeñando otra serie de trabajos.

Esta tensa relación con los altos cargos comunistas terminó por forzarlo a emigrar a Francia, perdiendo así su nacionalidad checa en 1979. Desde entonces ha podido continuar con su actividad docente en el país galo, donde además sigue escribiendo.

La insoportable levedad del ser es considerada la obra más representativa de Milan Kundera. Publicada en 1984, la novela aborda temas filosóficos desde el punto de vista de cada uno de los personajes que viven la ocupación rusa de Checoslovaquia.

El libro comienza con una reflexión vinculada directamente al título de la obra. Se nos presenta la teoría del eterno retorno de Nietzsche para que podamos diferenciar mejor entre los términos levedad y peso.

El narrador se plantea si realmente la levedad es lo más deseable, teniendo en cuenta que cuando una persona sufre y soporta una pesada carga sobre sus hombros es cuando vive intensamente su propia existencia. Además, el hecho de que los acontecimientos sólo ocurran una vez en la historia, sin posibilidad de repetición o de que las decisiones tomadas puedan ser comparadas con otras, les aporta ese tinte de levedad.

Por ejemplo, de tener que repetirse infinitamente un acontecimiento terrible, perdería parte de su esencia efímera y caería así en el peso, haciendo más imperdonables y pesadas las acciones cometidas. El hecho de que una decisión no puede ser de antemano comparada con otra hace que todo esté, al menos en parte, permitido y hasta perdonado.

Esta dualidad entre levedad y peso se mantiene a lo largo de toda la novela. Los personajes y sus actos son, a menudo, clasificados en uno de ambos bandos por el narrador.

Los capítulos del libro están divididos de forma que en cada uno de ellos cambia el protagonista. Los sucesos son los mismos, pero vamos cambiando la perspectiva desde la que los apreciamos de los ojos de uno a otro de los personajes.

El narrador es omnisciente y es el que nos va guiando, como un director de orquesta, por toda la novela. En un punto, casi al final de la obra, este narrador se quita la máscara (que ya adivinábamos) y se nos descubre como el propio Kundera. En ese momento cambia radicalmente el estilo de la obra y nos confiesa el motivo por el que la ha escrito, los rasgos que hay de él en cada uno de sus personajes y a partir de qué están construidos.

"

Los personajes son mis propias posibilidades que no se realizaron. Por eso les quiero por igual a todos y todos me producen el mismo pánico: cada uno de ellos ha atravesado una frontera por cuyas proximidades no hice más que pasar. Es precisamente esa frontera (la frontera tras la cual termina mi yo), la que me atrae. 

Empieza la historia con un momento clave en la vida de Tomás, uno de los protagonistas de la obra. Tomás está de pie mirando por la ventana al edificio de enfrente y planteándose si debe tomar o no una decisión que cambiará por completo su futuro. Esta decisión no es otra que la de dejar entrar a Teresa en su vida.

Teresa es una mujer joven a la que Tomás, médico de profesión, conoció por casualidad en una ciudad a la que acudía por motivos de trabajo. Para ambos el encuentro supuso un gran impacto en sus vidas y desde entonces se sienten ligados el uno al otro de una forma especial. Para Teresa la serie de casualidades que llevaron a Tomás hasta ella no pueden pasar desapercibidas y son siempre la señal de que es él con el hombre con el que tiene que estar, como si de una señal del destino se tratase.

"

Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Sólo la casualidad nos habla. Tratamos de leer en ella como leen las gitanas las figuras formadas por el poso del café en el fondo de la taza. 

Hay cinco casualidades en el encuentro entre Tomás y Teresa que ella interpreta como claves:

  • Beethoven suena en la radio. Su admiración por Beethoven es una muestra de que ella siempre aspira a ese algo más elevado. Teresa vive en medio de una sociedad plana y poco cultural que la frena. Una de las experiencias más plenas que ha vivido fue asistir a un concierto de Beethoven, al que sólo acudieron de público dos personas aparte de ella.
  • Él tiene un libro en la mano. Para Teresa las personas que tienen un libro en las manos son parte de "la hermandad", como ella denomina a las personas que leen. Teresa siempre lleva un libro consigo cuando camina aunque no piense leerlo, a modo de símbolo. Siempre está esperando algo más elevado y superior que la aleje del ambiente en el que se ha criado.
  • Tomás es extranjero. Este rasgo exótico lleva implícita la idea de algo nuevo, desconocido y fascinante para ella. Además, queda presente la posibilidad de escapar por esta vía lejos de su ciudad natal.
  • Él se sienta en el mismo banco que ella en el parque. Cuando se reúnen al salir ella del trabajo, Tomás la espera sentado en el mismo banco amarillo del parque en que ella había estado leyendo la tarde anterior.
  • Tomás se aloja en la habitación número 6 del hotel. Es el mismo número de la casa en la que Teresa vivía con sus padres de pequeña, cuando era feliz.

Esta serie de señales hacen que Teresa se atreva a dar el paso y a arriesgarlo todo, hacer las maletas, viajar hasta Praga y reunirse con Tomás.

Tomás, por su parte, se sorprende de lo que cambia estando al lado de Teresa. Tomás es un hombre divorciado, que tiene un hijo del que se ha desentendido y unos padres con los que ha cortado toda relación. Tiene una larga lista de amantes a las que no es capaz de renunciar para volver a asentarse en una relación estable. Sin embargo, cuando Teresa lo visita en Praga por primera vez termina quedándose una semana convaleciendo por unas altas fiebres en su casa, él no se separa de su lado. Se imagina en este momento, incluso, la muerte de ella y al instante le invade la sensación de que no podría soportar su pérdida.

Los dos empiezan una relación una vez que Teresa regresa a Praga, pero las infidelidades de Tomás, desde el momento en que Teresa descubre sus numerosos escarceos sexuales, no hacen más que complicarles la existencia a ambos y arrastrarlos hacia el peso.

"

- ¿Qué te pasa? 
- Nada. 
- ¿Qué quieres que haga por ti? 
- Quiero que seas viejo. Diez años mayor. ¡Veinte años mayor! 
Quería decir: Quiero que seas débil. Quiero que seas tan débil como yo. 

Teresa siempre ha estado a la sombra de su madre, sometida a ella. Siente un placer especial al mirarse en el espejo, no por vanidad, sino porque es el único momento en el que disfruta de privacidad (en su casa se ve prácticamente limitada en este aspecto) y así se siente completa y única, descubriendo rasgos personales de su fisonomía.

La madre de Teresa es para ésta una obscena y brutal realidad de la que no puede escapar: la esencia humana en su máxima expresión. La madre es una mujer que ha perdido todo el atractivo de la juventud después de una vida de fracasos y malas decisiones. Es exagerada, no tiene pudor y no pierde una sola oportunidad de ridiculizar a su hija, a la que considera culpable de todos sus males. La hija, por su parte, detesta cada rasgo que encuentra en su cuerpo similar al de su madre.

Teresa rechaza el cuerpo, considerándolo algo vergonzoso, y se apoya en todo momento en la superioridad de lo moral sobre lo físico: la levedad y fragilidad sobre el peso de la existencia, lo humano. La idea de estar desnuda delante de otras personas le aterra debido a que considera que la desnudez iguala a las personas en su fragilidad y las expone como lo que realmente son.

Tomás es infiel, pero no por lujuria realmente. Se nos explica en el libro que lo que busca es la esencia de cada mujer con la que se encuentra. No necesita que una mujer sea atractiva para que le interese como compañera sexual. Lo que ansía no es unirse a ella de forma romántica o meramente física, es más un tema de curiosidad. Desea saber cómo reaccionará cada una de ellas en la intimidad y qué tienen de especial y único más allá de lo perceptible a simple vista.

Para Teresa estas infidelidades son terribles y la hacen cada vez más inestable y se siente por ello más débil cada vez. Se nos revela el estado emocional de Teresa por medio de sus sueños, con lo que hay también una influencia freudiana en el libro al tratar el tema del psicoanálisis a través del mundo onírico. Con el tiempo, Teresa termina desarrollando una sensación de vértigo y ansias de caer, de ser humillada y sobrepasar sus límites.

"

Tenía ganas de hacer algo para que ya no le quedara escapatoria. Tenía ganas de destruir brutalmente todo el pasado de sus últimos siete años. Era el vértigo. El embriagador, el insuperable deseo de caer. 
También podríamos llamarlo la borrachera de la debilidad. Uno se percata de su debilidad y no quiere luchar contra ella, sino entregarse. Está borracho de su debilidad, quiere ser aún más débil, quiere caer en medio de la plaza, ante los ojos de todos, quiere estar abajo y más abajo que abajo. 

Como forma de paliar la soledad que siente Teresa, Tomás lleva un perro a casa al que, a pesar de ser hembra, le ponen el nombre de Karenin, basándose en el personaje de la novela Anna Karenina de Tolstói. Esta mascota termina siendo un miembro más de la familia y uno de los vínculos más fuertes entre la pareja, que no tiene hijos.

La amante por la que más apego siente Tomás es Sabina, una pintora independiente que disfruta abiertamente de su sexualidad sin ningún tipo de ataduras. Sabina se ha criado en un ambiente muy recto y en el que estaba sometida a una férrea disciplina por parte de su padre.

Una vez empezó sus estudios en el campo de la pintura, Sabina cambia esta disciplina paterna por la que le impone la escuela de arte. Como forma de rebelarse contra lo establecido, la pintora desarrolla en secreto su propio estilo, rompiendo con las pautas estéticas tradicionales. A partir de un fallo, de una mancha sobre un lienzo, consigue encontrar su línea pictórica propia y vanguardista, que sigue a lo largo de toda su vida.

El problema de Sabina, desde la infancia, es la tendencia a la traición que la persigue constantemente. En el momento en que está tranquila y tiene una relación medianamente estable necesita huir por todos los medios y recuperar su libertad. Esta libertad es siempre entendida como individualismo y ausencia total de lazos. Por este motivo, Sabina vive una relación problemática con Franz, un hombre exitoso en su profesión que la idolatra e incluso cuando se separan la siente como una presencia intangible que lo observa en todo momento.

Franz es un hombre dedicado a la ciencia que amó con devoción a su madre mientras estuvo viva y ha intentado proyectar parte de ese amor en cada una de las mujeres con las que ha estado. Se nos dice que Franz aprendió lo que es sufrir en el momento en que su madre cayó en las garras de la demencia: al ver a su madre llevando en cada pie un zapato distinto empezó a entender lo que era el sufrimiento.

Las diferencias entre Franz (hombre casado y con una hija) y Sabina hacen de esta una relación desequilibrada, en la que él parece poner más de su parte que ella, lo que lo hace terriblemente infeliz.

"

[...] Como sabemos, prefería cerrar los ojos cuando hacía el amor. 
Y debido precisamente a aquellos ojos cerrados, Sabina apagó la lamparita. Ya no quería ver aquellos párpados ni un segundo más. Los ojos, como dice el proverbio, son la ventana del alma. El cuerpo de Franz, que se movía siempre encima de ella con los ojos cerrados, era para ella un cuerpo sin alma. 

Todos los personajes, a su manera, están incompletos y son infelices por uno u otro motivo. A pesar de su debilidad, muchos se muestran pesados y terminan condicionando a los que los rodean con sus decisiones. Todos sienten el peso de la existencia en algún punto de sus vidas y en vez de evitarlo lo que hacen es insistir en su conducta y atarse más al peso que los somete (bien sea el amor por la pareja, las señales del destino o la tendencia a la traición).

0 comentarios en este post

Deja un comentario

Kinishinaide! No publicaremos tu email ni te spamearemos sin tu permiso


Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed
Iamge from momoko instagram feed